También ordenó hacer la próxima máquina, si solo está permitido llamar máquina a tal caparazón. Era una figura de mujer lujosamente vestida, con un rostro notablemente similar al de la esposa de Nabis. Convocando a uno u otro ciudadano para sacarle dinero, Nabis lo persuadió pacíficamente durante mucho tiempo, insinuando los peligros de los aqueos que amenazan el país y la ciudad, señalando la gran cantidad de mercenarios guardados para el bienestar de los ciudadanos, recordando los costos de honrar a las deidades y para las necesidades del Estado, si el ciudadano convocado sucumbía a las sugerencias, el tirano se contentaba con ello. Si alguien empezaba a asegurar que no tenía dinero y rechazaba la demanda del tirano, Nabis le decía algo como esto: “Parece que no puedo convencerte; Creo, sin embargo, que mi Apega te convencerá ". Ese era el nombre de la esposa de Nabis. Tan pronto como pronunció estas palabras, apareció la imagen de arriba. Tomando a su esposa de la mano, Nabis la levantó de la silla, la esposa abrazó al recalcitrante en sus brazos, quien apretó contra su pecho. Los hombros y brazos de esta mujer, así como los pechos, estaban tachonados con clavos de hierro, los cuales fueron cubiertos con un vestido. Cada vez que el tirano ponía las manos en la espalda de la mujer, y luego, con la ayuda de un proyectil especial, atraía gradualmente al desafortunado y apretaba a la mujer con fuerza contra el pecho de la mujer, el hombre torturado emitía gritos de sufrimiento. Entonces Nabis mató a muchos que le negaron el dinero.