Age of Empires II: Definitive Edition

Age of Empires II: Definitive Edition

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Guía de campañas
By jorgemuve
¿Te has quedado atrapado en alguna campaña? ¿Ese enemigo acaba siempre contigo y no sabes cómo terminar el mapa? En esta guía vamos a ir completando todas y cada una de las campañas de Age of Empires II: Definitive Edition. 100 % en español con la mayor dificultad que permite el juego en el modo campaña.

AVISO: Esta guía está en permanente actualización. Las campañas la voy subiendo conforme las voy completando, no necesariamente siguiendo un orden, es decir, puedo estar jugando tres campañas e ir y completándolas poco a poco. Si tienes alguna duda o quieres saber cuándo voy a llegar a esa maldita partida en que estás atascado, pregúntame en los comentarios. Asimismo, a veces las videoguías aparecen aquí antes de su estreno oficial en Youtube y es posible que al intentar reproducirlas, aparezca que el vídeo se estrenará dentro de unas horas; eso quiere decir que ese escenario ya lo tengo completado y que estoy terminando de preparar el vídeo.
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William Wallace
Empezamos las campañas históricas de este nuevo Age of Empires II: Definitive Edition con una de las más clásicas del juego original: la del escocés William Wallace. He elegido esta campaña porque, si bien no es la más antigua en lo que a fechas históricas se refiere de todas las que trae el juego, es una campaña que todos hemos jugado en el juego original con su mítico «aprender a jugar». En esta versión ocurre lo mismo: se usa como aprendizaje.

LISTA DE MISIONES:
1. Marchar y luchar (0:23)
2. Alimentar al ejército (4:36)
3. Entrenar las tropas (8:42)
4. Desarrollo y tecnología (12:44)
5. La batalla de Stirling (20:43)
6. Forjar una alianza (43:36)
7. La batalla de Falkirk (1:09:21)

Espero vuestros comentarios. Estas primeras batallas no tienen apenas emoción por el proceso de aprendizaje del juego. Pero os prometo que, conforme va a avanzando la campaña, la cosa va mejorando, al igual que el resto de campañas que podréis ver pronto en el resto de vídeos que iré subiendo conforme vaya jugando. Como, sobre todo, las primeras pantallas eran tan cortas, he decidido agrupar toda la campaña en un único vídeo. Aún no he decidido si el resto de campañas irán agrupadas en un único vídeo o en cada escenario en un vídeo.

¡Que lo disfrutéis!

Juana de Arco
1. Un improbable mesías

Empezamos a jugar en serio y lo hacemos de la mano de Juana de Arco en la primera misión, «Un improbable mesías». Por ser la primera es cortita, apenas veinte minutos. ¡Que la disfrutéis!


2. La doncella de Orleans

Continuamos con nuestra heroína francesa, Juana de Arco, con cada vez más ejército, que avanza hacia Orleans. En esta partida, la cosa está bastante más interesante. Los ingleses del norte y del sur nos atacan constantemente y, por si fuera poco, Borgoña los apoya.


3. La limpieza del Loira

Debemos hacer a los ingleses retroceder. Para lograr este objetivo, debemos destruir al menos tres de sus castillos. Un mapa especialmente entretenido, en el que empezamos al sur del mapa con un pequeño ejército y algunos aldeanos, y tendremos que cruzar el río para establecer nuestro campamento y desde ahí hacernos fuertes. La mejora de la inteligencia artificial y la dificultad «difícil» con la que jugamos hace que los enemigos no dejen de aparecer y complican nuestro objetivo.


4. La ascensión

Cuarta partida de la campaña de Juana de Arco. En esta campaña, tendremos que liberar las ciudades francesas de Reims, Chalons y Troyes, que están tomadas por los ingleses.


5. El asedio de París

Retomamos la campaña de Juana de Arco ya con el esperado doblaje de español de España de Age of Empires II. En esta misión, llegamos a París y deberemos encontrar a seis refugiados para escoltarlos a lugar seguro.


6. Un mártir perfecto

Última misión de la campaña de Juana de Arco. La muerte de la general debe ser vengada, y en eso consistirá esta última misión.

El Cid
1. Hermano contra hermano


¡Ha llegado por fin! Microsoft ha estrenado el doblaje español de España en Age of Empires II: Definitive Edition. Como conté por aquí, el juego llegó en el estreno solo con voces latinoamericanas, pero las quejas de los jugadores españoles han hecho rectificar a Microsoft y todo el juego estará localizado con voces españolas.

La primera campaña que han redoblado es el Cid, precisamente por desarrollarse en España. Se estrenó ayer por la tarde (17 de diciembre de 2019) y hoy tenéis el primer mapa aquí disponible. ¡Disfrutad de la partida!

2. El enemigo de mi enemigo


Segunda misión de la campaña del Cid en este nuevo Age of Empires II: Definitive Edition con el esperado doblaje de español de España. En esta misión, una muerte en Toledo provoca una revuelta difícil de sofocar. Nuestro héroe acudirá para ayudar a restablecer el orden, con la ayuda de Mutámid el moro y del imán.

3. El exilio del Cid


Por mucho que hagamos, nada satisface al rey Alfonso. Finalmente, decide expulsarnos de Castilla, así que vagaremos por sus terrenos durante un tiempo hasta encontrar a un nuevo señor al que servir.

4. La Guardia negra


Cuando el rey Alfonso pide la ayuda del Cid, este acude en su auxilio sin miramientos. Pero con este acto de lealtad a su rey, no puede ayudar a otro amigo, Mutámid, quien pedirá ayuda a los moros de Yúsuf, que cruzarán el Estrecho de Gibraltar con más ayuda de la esperada para invadir España. Solo el Cid podrá parar la invasión destruyendo los puertos del Estrecho de Gibraltar.

5. Rey de Valencia


El Cid está solo, pero pronto encontrará soldados que se unirán a él. Con su pequeño ejército, avanzará hacia Valencia para conquistarla para el rey Alfonso. Sin embargo, su enemigo ahora no es tanto el moro Yúsuf como el conde Berenguer de Barcelona, que elegirá atacar al Cid durante la conquista de Valencia.

6. Reconquista

Tras la muerte del Cid, Jimena coge su cadáver y lo sube a su caballo Babieca con el objetivo de que su ejército no se desmoralice y pueda hacer frente a la inminente llegada de Yúsuf.

Barbarroja
Empezamos la campaña de Barbarroja con la pregunta que estaba en el juego clásico y en este: ¿Puede la voluntad de un hombre forjar un imperio?

1. El sacro emperador romano

Empezamos la campaña de Barbarroja con esta primera misión, ya completamente con doblaje español de España, en la que nuestros monjes deben recuperar cuatro de las seis reliquias de los ducados germanos cercanos. ¿Puede la voluntad de un hombre forjar un imperio?


2. Enrique el León

Enrique el León parece ser un aliado fiel a Barbarroja, pero en un acto de soberbia decide traicionarlo y volverse en su contra, por lo que en esta partida, además de con Polonia, deberemos derrotar a Enrique el León por su traición.


3. El papa y el antipapa

Para Federico Barbarroja, él es el único gobernante legítimo, por encima de los hombres y de Dios. Por ello, en esta campaña nuestro objetivo será arrasar las tropas milanesas y convertir la catedral para nuestro propio beneficio.


4. La Liga Lombarda

Si Barbarroja quiere que la península itálica forme parte del Sacro Imperio Romano, tendría que conquistar la conocida como Liga Lombarda, ciudad por ciudad. El ejército de Barbarroja está débil, pero contamos con un arma secreta: nuestro «amigo» Enrique el León quien, una vez más, nos traicionará.


5. La marcha de Barbarroja

A pesar de que tanto Alemania como Italia habían jurado lealtad a Barbarroja, la paz no duraría demasiado. Saladino estaba conquistando para los sarracenos territorios en Tierra Santa y el papa llamó a una nueva cruzada antes de que su expansión fuera a más. Barbarroja respondió a esta petición del papa y aceptó emprender esta nueva cruzada.


6. El emperador durmiente

Tras el ahogamiento de Barbarroja en la narración del capítulo anterior, sus restos encurtidos deben llegar a la Cúpula de la Roca en Jerusalén, escondidos en una carreta de mercancías.

Bari
Esta es la historia de portuaria ciudad de Bari la cual, tras 400 años desde la caída del Imperio Romano, aún se la disputan bizantinos, lombardos, normandos y musulmanes.

1. El arribo a Bari

«Pedí a mi padre que me hablara sobre nuestro ancestro Panos». A mi padre le brillaron los ojos. «¿Te gustaría escuchar la historia de mi familia? ¡Nuestra sangre griega se remonta generaciones! Nuestro apellido, Nautikos, proviene de los marineros».

Así empieza la historia de portuaria ciudad de Bari la cual, tras 400 años desde la caída del Imperio Romano, aún se la disputan bizantinos, lombardos, normandos y musulmanes.

«En el año 869, el caballero Pano Nautikos respondió a la llamada de su señor feudal bizantino, el emperador Basilio II. Dirigiría un ejército por el mar para ayudar a nuestro aliado franco, Luis II, contra el emirato de Bari».


2. La rebelión de Melo

En este mapa, abordaremos la rebelión de Melo, el noble de mayor rango en la ciudad, aunque todo se tuerce cuando este empezó a invitar a toda clase de tropas mercenarias.


3. Cabos sueltos

Melo ha pedido ayuda a Salerno mientras que Dattus fortificaba una torre en el río Garigliano. Desde ahí, reunieron apoyo y renovaron su fuerza. Pero, además, contó con la colaboración de lombardos, germánicos, apulianos y, sobre todo, normandos. La respuesta del emperador bizantino fue enviar al general Basilio Boioanes y una importante fuerza de élite de la legendaria guardia varega a luchar contra con Melo en el campo de batalla y aplastar la rebelión para siempre.


4. Los planes mejor trazados

La rebelión había terminado. La antes rica provincia de Apulia estaba destrozada y la hostilidad de sus vecinos del norte no presagiaba nada bueno. El hermano de Melo atacó las tierras circundantes de su guarida en Garellano; por si fuera poco, el rumor de los ejércitos romanos reunidos en la zona norte se esparció rápidamente. Boioanes no dejaría escapar sus posibilidades de éxito en esta campaña y, para ello, tenía un plan en mente: el paso de los Apeninos era la entrada sur a Italia y él pretendía fortificarla. Miles de soldados y canteros lo siguieron a las ruinas de Aecae, una antigua ciudad romana cerca de las montañas, y comenzaron la construcción de la ciudad que llamaron Toria.


5. La oleada imparable

La batalla final de Andreas Nautikos: el rey Stephanos Pateranos confía en nosotros para conducir a su ejército y su flota naviera a la victoria, con la dificultad añadida de que no tenemos campesinos ni comercio: solo dispondremos de los recursos que vayamos arrebatando a los enemigos o que el propio rey nos entregue. ¿Lo conseguiremos?

Atila el huno
Los hunos, esos bárbaros y deformes guerreros provenientes de las estepas de Asia, que arrasan todo a su paso. Aquí empieza la leyenda de Atila el huno, el que se llamó a sí mismo «el azote de Dios».

1. El azote de Dios

Como por combustión espontánea, los hunos surgieron alrededor del año 370 para aprovecharse de lo que quedaba del Imperio Romano, debilitado por la corrupción interna y la expansión de otros pueblos bárbaros. Eran guerreros terribles de las estepas de Asia, con cuerpos desfigurados por cicatrices y rituales, y piernas deformadas por toda una vida a lomos de un caballo. Atila, quien se llamó a sí mismo «el azote de Dios», y su hermano Bleda, fueron los líderes que se propusieron arrasar Escitia y Persia. Pero, en una guerra de hermanos de ese calibre, solo podía quedar uno.


2. La gran marcha

El estilo de guerra de los hunos era muy diferente al de los romanos o los francos: cargaban como un solo grupo, a menudo disparando flechas mientras avanzaban. Los guerreros europeos eran incapaces de comprender esta forma de guerra porque no intentaban mantener y colonizar las ciudades que atacaban, sino que arrasaban y saqueaban el botín y se volvían a sus campamentos. Así fue como empezaron una serie de incursiones en el Imperio Romano Oriental.


3. Las murallas de Constantinopla

Antes de la llegada de Atila, los romanos habían conseguido «civilizar» a los hunos que se habían asentado en el valle del río Danubio. Pero todo cambió cuando Atila tomó el mando: era mucho más agresivo e impredecible que los anteriores reyes hunos; exigió que los tributos de Roma aumentaran y cuando los romanos rehusaron, le declaró la guerra al Imperio Romano de Oriente: marchó sobre Constantinopla para arrasarla.


4. Esponsales bárbaros

Honoria, la hija del emperador romano occidental, pidió por carta a Atila el huno que se casara con ella. Atila pronto vio la ventaja que esa unión podía darle: no invadiría el Imperio Romano Oriental en Constantinopla, sino el Occidental en Roma.


5. Los campos cataláunicos

La gran batalla entre hunos y romanos se libró a finales de junio del año 451. Los romanos eran comandados por Aecio, un general que de niño había sido rehén de los hunos y conocía sus costumbres. Como su ejército no era lo suficientemente grande, convenció a las tribus de los alanos y los visigodos para que se aliaran con él contra los hunos. Una auténtica batalla de combate total.


6. La caída de Roma

Los hunos cruzaron los Alpes y bajaron por la península italiana lanzando otra gran invasión que aterrorizó a los habitantes del Imperio Romano de Occidente. Su objetivo era tomar Roma y coronarse emperador. Una auténtica batalla y de las más largas que he jugado, por supuesto en modo difícil. Que la disfrutéis.

Sforza
La campaña de Francesco Sforza, un mercenario al servicio de los cobardes y ricos de Italia, que le pagaban para que les hiciera el trabajo sucio.

1. Mercenarios y maestros

Francesco Sforza era un mercenario al servicio de los ricos y cobardes italianos que le pagaban para que les hiciera el trabajo sucio. Pero la plata y el oro no lo era todo para Sforza: él luchaba por la gloria personal. Por eso aceptó el contrato de Visconti, para ser algo más que el hijo bastardo de un mercenario muerto; para su fin necesitaba un patrón con más oro que aliados: Filippo Visconti, el duque de Milán.


2. Un hombre independiente

Tras la guerra con Venecia, Visconti quiso aprovechar bien el oro que había gastado en nosotros y envió a Sforza al sur para imponer sus demandas en Romaña. Sforza sabía que ser un condotiero sin tierras tenía sus riesgos y necesitaba independizarse y tener su propio territorio, un refugio por si los planes de sus empleadores se volvían en su contra o por si pedían justicia por su falta de lealtad.


3. Hijo pródigo

Tras la guerra con Venecia, Visconti quiso aprovechar bien el oro que había gastado en nosotros y envió a Sforza al sur para imponer sus demandas en Romaña. Sforza sabía que ser un condotiero sin tierras tenía sus riesgos y necesitaba independizarse y tener su propio territorio, un refugio por si los planes de sus empleadores se volvían en su contra o por si pedían justicia por su falta de lealtad.


4. Sangre y traición

La muerte de Visconti desató disturbios en Milán. Los pueblos a las afueras se rebelaron y Venecia amenazó la ciudad. Por cuestiones maritales, Sforza tenía mejor derecho que nadie a reclamar Milán, pero extrañamente el ambicioso capitán no tomó tal derecho. Permitió a los abogados y profesores de Milán crear una república a su gusto, con las mismas trampas y la corrupción de la antigua República Romana. La llamaron la República Ambrosiana Dorada, en honor a San Ambrosio de Milán, aunque no tenía nada de santa ni bendecida. Rodeados de enemigos, los Republicanos de Milán, más hábiles para leer libros que para comandar hombres en la guerra, necesitaban un capitán para dirigir la guerra contra Venecia. Sforza, que para entonces trabajaba para los venecianos junto a Malatesta y Micheletto, no perdió la oportunidad de volver a traicionar a quienes le habían pagado, así como a su gente más cercana. Renunciando a sus propias pretensiones con Milán, acordó servir a la República contra su propio primo, Micheletto, a cambio de hacerse con el control de Brescia. Los líderes de la República estuvieron de acuerdo, a pesar de los rumores de que no se podía confiar en Sforza. Después de todo, ahora estaba marchando contra su propia sangre por un pedazo de tierra.


5. ¡Viva Sforza!

Milán estaba preparada para el asedio. Alinearon cañones de bronce en las murallas y entrenaron una milicia grande. Incluso los comerciantes vendieron sus posesiones para armar a los mercenarios de los hermanos Piccinino. Milán envió emisarios para convencer al Duque de Saboya de que Sforza era una amenaza para toda Italia. Miles de tropas saboyardas marcharon contra Sforza. Pero las batallas no solo se ganan en el campo con hombres y caballos, también se pueden ganar en una tienda de campaña oscura sobre un barril de vino. En una de esas tiendas, Sforza se reunió con Malatesta, que ahora comandaba las tropas de Venecia. Malatesta escuchó a Sforza quejarse furiosamente de la traición de Milán. Él sabía que a Sforza no le molestaba tanto que la república lo hubiera traicionado, sino que lo hubieran traicionado antes de que él pudiera traicionarlos a ellos. Pero Sforza le ofreció una oportunidad a Malatesta y a sus empleadores venecianos. Mientras Sforza gastaba sus hombres y sus riquezas contra las murallas de Milán, los venecianos tendrían la libertad de conquistar el resto del norte de Italia. Malatesta estuvo de acuerdo con ayudar a Sforza, pero, como siempre, la alianza y la traición eran solo dos caras de la misma moneda para los condotieros.

Alarico
Alarico I (c. 370-c. 410), rey de los visigodos (396-410), nacido en una isla situada en el delta del río Danubio. Durante su juventud, los visigodos emigraron al oeste, huyendo del ataque de los hunos y sirviendo como tropas mercenarias auxiliares del emperador romano Teodosio I el Grande; las primeras noticias que se tienen de Alarico le sitúan en el año 394 como jefe de dichas fuerzas. A la muerte de Teodosio (395) los visigodos renunciaron a su lealtad a Roma, y reconocieron como rey a Alarico, el cual pronto dirigió a sus tropas hasta Grecia; saqueó Corinto, Argos y Esparta y dispensó a Atenas sólo a cambio de un importante rescate. Tras ser derrotado por el general romano Flavio Estilicón, Alarico se retiró con su botín y consiguió del nuevo emperador romano de Oriente, Arcadio, una comisión como prefecto de la provincia romana de Iliria. En el 402, Alarico invadió la península Itálica, pero fue nuevamente rechazado por Estilicón. Más adelante, el emperador romano de Occidente, Flavio Honorio, que estaba preparando una guerra contra el Imperio romano de Oriente, convenció a Alarico para que uniera sus fuerzas a las suyas.

1. La batalla del río Frígido

Cada noche tengo las mismas dos visiones. Una, de un campo de espigas de trigo que ondean en el viento, la otra, de llamas ardientes, caballos agitados y gritos desesperados. Mi gente, los visigodos, llegamos a tierras romanas, no como un ejército invasor, sino como un pueblo cansado de la devastación… ¡No! ¡de la plaga enviada por Dios! Advertimos a los romanos del peligro inminente, pero nos ignoraron. Despreciaban y desconfiaban de nosotros. Nos trataron mal, nos dieron tierras estériles y nos obligaron a vender a nuestros hijos a cambio de comida. Todo esto nos condujo a la guerra, y nuestro ejército asestó un golpe decisivo a los romanos en Adrianópolis. Matamos a su emperador y los obligamos a permitir que nuestra gente se estableciera en tierras romanas. Nuestra victoria les enseñó a los romanos a no subestimar a los godos. A cambio de la tierra que nos dieron, nuestros jóvenes servirían en los ejércitos romanos, marchando junto a nuestros antiguos enemigos. Cuando estallaron las guerras entre las regiones oriental y occidental del Imperio, reunimos nuestras lanzas y servimos a Roma en la batalla.


2. Arrasando con Grecia

Los ancianos de las tribus nombraron a Alarico como rey de los visigodos. Jamás habíamos tenido un solo rey, pero tampoco había existido alguien como Alarico. Fuimos arrastrados a otra guerra con Roma. No habían cumplido sus promesas de darnos tierras para nuestras familias y Alarico estaba decidido a recordarles sus deudas. Dirigió a nuestro ejército hacia el sur, rumbo a Grecia; «Los días en que los romanos ignoran a los visigodos han terminado», declaró. «¡Grecia arderá!».


3. Las entrañas de la bestia

Se corrió el rumor de que Estilicón estaba listo para llegar a un acuerdo con Alarico. Pero tras semanas sin recibir noticias, llegó la hora de prepararnos para derramar más sangre goda. Los romanos guardaban rencor a Estilicón por haber pactado con los «bárbaros». Cuando partes del Imperio Romano Occidental fueron invadidas por usurpadores e invasores extranjeros, lo culparon a él. Pronto descubrió la realidad de la política romana: lo declararon enemigo del Estado y lo ejecutaron. En un arrebato de odio, a la ejecución de Estilicón le siguieron asesinatos de todos los soldados de ascendencia germánica. Después, en otra oleada de furia ciega, también asesinaron a las familias de esos soldados, y a ellos también. Los supervivientes acudieron a Alarico, rogándole que reuniera a su ejército para marchar con ellos a Italia y vengarse. Alarico contestó con frialdad: «Los romanos no conocen el miedo, pero eso cambiará».


4. La caída de un gigante

Nunca había visto a Alarico perder los estribos, pero la traición de Saro lo enfureció. Me ordenó a mí, su cuñado, que comenzara el asedio de Roma. Las murallas de Roma eran enormes y nadie las había traspasado desde Breno y sus galos. Pero años de decadencia habían debilitado la ciudad y sus murallas necesitaban reparaciones. Incitando a sus hombres a la batalla, Alarico juró: «¡Si los romanos quieren fuego y acero, fuego y acero les daremos!».


5. Un reino propio

Roma había pagado su traición. Alarico se concentró en el futuro. Planeaba llevarnos a la fértil África, pero antes de lograrlo, se fue de este mundo. Su pueblo le lloró durante días y enterramos su cuerpo bajo un arroyo del río. Desviamos el canal, cavamos la tumba y por último, hicimos que el arroyo fluyera de nuevo. Su tumba quedaría oculta para siempre. Poco después, la flota que nos llevaría a África se hundió en una tormenta. La desesperación consumía a nuestro pueblo. Fue en ese momento de angustia cuando yo, cuñado del difunto rey, me dirigí a la gente. Les recordé el sueño de Alarico, su compromiso con la subsistencia de nuestro pueblo y los obstáculos imposibles que habíamos superado. Les dije que Alarico y yo compartíamos la misma visión; una visión que, en honor a su legado, debíamos cumplir. Concluí diciendo: «¡Alarico nos trazó un camino que ahora nos conduce a la Galia!».

Koten Khan
Köten fue un jefe (kan) cumano-kipchak y comandante militar activo a mediados del siglo XIII. Forjó la importante alianza con la Rus de Kiev contra los mongoles, pero finalmente fue derrotado por estos en el río Kalka. Después de la victoria mongola en 1238, Köten dirigió 40.000 familias a Hungría, donde se convirtió en un aliado del rey Bela IV y aceptó el catolicismo, pero fue asesinado por la nobleza húngara.

1. Con los estandartes en alto

Como una plaga, la horda de mongoles surgió desde el este, comandada por un demente llamado Gengis Kan. La primera vez que supimos que los mongoles se acercaban, pensamos no eran más que una turba de saqueadores, algo común en la estepa. Pero cuando los espías nos dijeron que habían destruido por completo al Imperio persa, asesinado a sus ciudadanos y reducido sus ciudades a cenizas en tan solo tres años, nos dimos cuenta de que los habíamos subestimado por completo. Poco después, nosotros nos enfrentaríamos a los mongoles. Nuestros hermanos, los kipchaks del este, pelearon con valentía, pero perdieron y capturaron a varios de sus kanes. Los mongoles enterraron vivos a los kanes kipchak bajo una tarima sobre la que el comandante Subotai Ba'atur se sentó a festejar su victoria. Ellos decían que era una muerte honorable, reservada para los nobles y la realeza. Creo que estos mongoles son demonios enviados para torturarnos. Solo queda el oeste de nuestra antes poderosa confederación, y la gran Cumania ya es solo una sombra de su gloria de antaño. Sin embargo, uno de nuestros kanes, Koten, reconoce el peligro y está movilizando a todas las tribus para unirnos contra los invasores. Dejando de lado el orgullo, ha acudido incluso a nuestros acérrimos enemigos, la Rus, y les ha pedido unirse a la batalla. Aunque son hostiles hacia nosotros, la alternativa es aceptar que los mongoles arrasen estas tierras y nos esclavicen a todos. Ojalá los príncipes de la Rus se den cuenta de eso a tiempo.


2. La batalla del río Kalka

El cielo se ha puesto negro con el alquitrán ardiendo. A través, se pueden ver los cadáveres de hombres y caballos por el campo de batalla. A pesar de nuestras bien nutridas filas, fuimos arrasados como polvo que se lleva el viento. Los mongoles sabían explotar nuestras debilidades y dividir nuestras fuerzas. Los cascos de su estampida resonaban como truenos y sus flechas nos caían como una tormenta. Sus catapultas disparaban proyectiles en llamas que causaron confusión entre nuestras filas y bloquearon nuestra línea de visión. Los príncipes de la Rus se lanzaron al humo para nunca más regresar. Tras nueve días, los ejércitos combinados de la Rus y Cumania habían sido aniquilados. Los sobrevivientes tenían la moral más baja que nunca. Los cumanos sabemos que no quedaba esperanza para nuestra patria ancestral. Para evitar la muerte o la esclavitud, nos retiramos allende el río Dniéper, al oeste.


3. Protejamos las cabañas

Si bien muchos de nosotros habíamos abandonado toda esperanza, Koten Kan aún creía en nuestra supervivencia. Los mensajeros que había mandado regresaron con buenas nuevas. Aunque no esperábamos ayuda de los europeos a los que habíamos saqueado durante siglos, el rey Bela IV de Hungría se ofreció a darnos asilo. Nuestra gente fue feliz por primera vez en meses. Pero antes de partir debíamos salvar a nuestros familiares atrapados por los saqueadores mongoles y tártaros en Valaquia.

La situación es nefasta, pero nos llegan noticias de que un kan aliado llamado Girgen está luchando contra los saqueadores, intentando rescatar a nuestra gente. Si lo alcanzamos y reunimos al resto de tribus, quizá podamos salvar lo que queda de los cumanos libres.


4. Ojo por ojo

¡Traición! Mientras asistíamos a un lujoso festín del señor de Hungría, ¡Koten Kan fue asesinado a sangre fría por los caballeros húngaros y germánicos! ¡Nuestra gente está indignada y sedienta de sangre! Los húngaros piensan que sin el liderazgo de Koten nos separaríamos, pero están equivocados. Nos han unido con un objetivo: ¡vengar la muerte de nuestro kan! Los líderes de nuestros clanes se reunieron e hicieron un juramento según las viejas costumbres cumanas: con una espada en la mano y sobre un perro muerto demediado, juraron no bajar de sus caballos hasta que la muerte de Koten fuera pagada con sangre. Si no honraban su juramento, los mismos hombres de su clan se asegurarían de que sufrieran el mismo destino que el perro. Así lo hacen los cumanos. 227405 "Actuaremos antes de que las fuerzas combinadas de los señores de Hungría y Federico lleguen. Sabemos que hay un refugio seguro al sur de Bulgaria. El emperador búlgaro es de ascendencia cumana y dará transporte seguro a nuestros jóvenes y ancianos. Mientras tanto, todos los hombres y mujeres capaces de montar a caballo saldrán a saquear el campo húngaro. Nuestra venganza será expeditiva y contundente. No tendremos piedad. Hungría arderá...


5. Un nuevo hogar

Después de dejar a Hungría vulnerable, los mongoles la invadieron y vencieron al rey Bela y su ejército, devastando la nación de nuevo. El reinado ha quedado tan mal que los refugiados dicen que los campanarios de Hungría no han sonado durante semanas y los animales salvajes ahora deambulan por las calles. El rey Bela huyó a Austria, donde Federico usó la posición débil de Bela para exigirle territorios y que jurase lealtad al Sacro Emperador Romano Germánico. Como nosotros, Bela cayó ante la traición del duque austríaco y los nobles de Hungría. Estamos ante una encrucijada. Recibimos una carta del rey Bela donde nos suplica que volvamos a Hungría y lo ayudemos a luchar contra quienes nos hicieron daño. Muchos de nuestros líderes siguen prefiriendo irse a Bulgaria. No es una decisión sencilla, pero seré yo quien deba tomarla. Pues yo soy el nuevo gran kan de los cumanos, y dependen de mi sabiduría. No soy Koten, pero seguiré sus pasos para garantizar la supervivencia de nuestro pueblo y su legado, algo por lo que hemos tenido que luchar mucho.

Vlad Drácula
A finales del siglo XIX, el escritor irlandés Bram Stoker concibió una novela de terror relacionada con las leyendas centroeuropeas sobre vampiros y no muertos que ya habían servido de inspiración a otros autores decimonónicos como John Polidori, el médico y compañero de viajes de Lord Byron. Indagando en este tipo de historias, Stoker tuvo conocimiento de la existencia de un príncipe rumano llamado Vlad Draculea, que había vivido en el siglo XV y se había hecho célebre, entre otras cosas, por su gusto por lo sanguinario.

La fortuna del sobrenombre de Drácula se debe en realidad a una confusión. Su padre, el príncipe o voivoda Vlad II de Valaquia, había ingresado en 1428 en la Orden del Dragón (Drac, en húngaro), de la mano del emperador Segismundo de Luxemburgo. Por ello fue conocido en adelante como Vlad Dracul, mientras que a su hijo se le llamó Vlad Draculea, esto es, hijo de Dracul. Sin embargo, en la mitología rumana la figura del dragón no existía y el término «dracul» designaba al diablo, con lo que Vlad III pasó a ser en rumano «el hijo del diablo».

Ello coincide con la leyenda sobre la crueldad y ánimo sanguinario de Vlad, recogida ya por crónicas de su época. En ellas se le presentaba como un príncipe aficionado a la tortura y entusiasta de la muerte lenta, que solía cenar bebiendo la sangre de sus víctimas o mojando pan en ella. Se calcula que en sus tres períodos de gobierno, que suman apenas siete años, ejecutó a unas 100.000 personas, en la mayoría de las ocasiones mediante la técnica del empalamiento. Por esta razón se le conoce desde el siglo XVI como Vlad Tepes, esto es, Vlad el Empalador.

1. El dragón despliega sus alas

No podíamos establecer el campamento en el húmedo bosque, así que conduje a mis compañeros hacia el pie de la montaña. El camino estaba rebosante de follaje, así que resultaba difícil andar por ahí. Restos de armas y armaduras cubrían el sendero y se veían estacas adornadas con hiedra y musgo. Al mirar alrededor, hallé una magnífica espada. Ligera, pero firme e inmaculada a pesar de estar a la intemperie, brillando entre la lluvia. Era la única luz del oscuro sendero. La empuñadura era de acero incrustado con plata y oro, y formaba un dragón desafiante sin alas.

Al llegar a la cima, no pude creer lo que vi: un castillo en ruinas, imponente, que se erguía hacia el cielo. Mis camaradas marchaban a su nuevo campamento. Y ahí fue cuando oímos los aullidos. Dos inmensos lobos se abalanzaban sobre mis soldados desde el castillo. Temiendo por sus vidas, desenfundaron las armas y oyeron una voz en las sombras que se dirigía a los lobos... o a los hombres... en un marcado acento valaco. «¡Quietos, amigos!». Entonces arrojó trozos de carne a los lobos hambrientos y estos se tranquilizaron. Luego se volvió hacia nosotros. «Bienvenidos al castillo Poenari, antiguo bastión de los Draculesti», dijo el misterioso hombre alzando las manos. «Me alegro de que el destino los haya traído hasta aquí. Pasen, siéntense junto al fuego y coman. Les contaré la historia de Vlad Drácula».


2. El retorno del Dragón

«Drácula sabía que necesitaba contar con la ayuda de los húngaros en contra de Vladislav II, cuyas políticas favorecían a los otomanos. También recordó su educación bajo la cruzada de la Orden del Dragón, y quería honrar su juramento. La Orden era un aliado poderoso y sus caballeros cruzados servirían bien a Drácula contra sus enemigos. Drácula meditó su plan para recuperar el reino caminando por las calles de la capital moldava...». Mientras el anciano hacía una pausa, me levanté para coger otro trozo de venado.

El viejo miró el fuego, observando el baile de las llamas, como soldados peleando en una furiosa batalla. Sus ojos brillaron de nuevo como si acabara de recordar algo, y cogió la vieja y majestuosa espada. Mientras tanto, el sultán Mehmed II ascendió al trono otomano. Drácula aborrecía a Mehmed desde que estaba en Edirne, y sabía que los turcos serían una molestia en el futuro. En 1453, habían conquistado Constantinopla, pero por el momento estaban ocupados con sus campañas en Grecia y Serbia. Bogdan II, primo de Drácula y nuevo vaivoda de Moldavia, se enteró de la situación de su rey y ofreció su ayuda. Si Drácula pudiera cruzar los montes Cárpatos hacia Transilvania y aliarse con Hungría, entonces podrían lanzar un ataque triple sobre Vladislav II y los turcos.


3. El aliento del dragón

El castigo de todas las ofensas era la muerte, ya que Drácula necesitaba dar ejemplo a los delincuentes. Bajo su firme reinado, se restableció el comercio y creció la economía. Orgulloso de este logro, Drácula puso una copa de oro en la calle principal de Targoviste. Nadie tocó la copa durante su mandato. Estaba sorprendido. El miedo a la estaca era suficiente para prevenir el crimen, pero gobernar Valaquia y evadir los ardides de los boyardos al mismo tiempo no era algo sencillo.

Drácula invitó a todos los boyardos al festín y les preguntó cuántos gobernantes habían perecido por la traición. ¡Pocos habían visto menos de siete reinados, mientras que algunos habían visto treinta! Furioso, Drácula los arrestó a todos y los envió aquí, a las antiguas ruinas del Castillo Poenari! Trabajaron durante meses reconstruyendo el castillo. ¡Trabajaron hasta desgastar sus ropas! Los supervivientes fueron asesinados. Drácula erradicó a los engañosos y volubles boyardos. Los reemplazó con seguidores leales, fueran caballeros o campesinos.


4. Asciende la luna

Drácula nunca dijo una palabra al respecto, pero muchos comenzaron a pensar que su tiempo en la corte otomana alimentó su odio por sus vecinos del sur. Durante años, había meditado sobre su hermano Radu, que lo traicionó al unirse a los turcos. Drácula también reflexionó sobre su juramento de la Orden del Dragón. El papa y el regente húngaro deseaban ir a la guerra con los turcos.

En el año 1462, el sultán Mehmed II redobló sus esfuerzos y envió un ejército de 18.000 hombres a Valaquia. Esperaba que Drácula no lograra movilizar a sus tropas a tiempo y, así, el otomano conquistaría Valaquia con esa pequeña invasión. Pero el sultán estaba equivocado. Oí rumores sobre la masacre danubiana, pero no de primera mano. Me fascinaba la habilidad que tenía Drácula para superar las fuerzas más temibles de su tiempo. La sed de sangre de Drácula no tenía parangón, pero actuaba con justicia. Su visión de las cosas nos cambió a todos. ¡Nos enseñó a sacar provecho de nuestras ventajas! Y que el terror, la velocidad y la sorpresa eran mejores armas que la espada...


5. Cae la noche

Finalmente, el antiguo guerrero retomó su historia. Fueron doce largos años. Estaba solo, esperando señales del regreso de Drácula, pero tan solo vi intrusos tucos atormentando gente y saqueando los campos de lo que antaño fue una bella tierra. Lo único que me mantuvo cuerdo fueron las últimas palabras de mi señor, asegurándome su regreso. Me repetía esas palabras todos los días y me convencí de que lo lograría. Tal vez era la mera ilusión de un ingenuo, pero era lo mejor que tenía. Así que resistí. Drácula había guardado comida y agua suficientes en el castillo para alimentar a un ejército durante años. Comencé a pensar que nunca regresaría, pero entre los vecinos se rumoreaba lo contrario. Cuando escuché lo mismo mientras espiaba las patrullas turcas, mi confianza aumentó. Me estremecí al ver la tierra a la que él regresaría. Un día, desperté con el estruendo de los galopes y los enérgicos gritos de guerra de los soldados que se precipitaban desde los Cárpatos. Era Drácula, al frente de las tropas húngaras.

Ivailo
A lo largo de la historia han surgido hombres que asumieron la responsabilidad de liderar a sus pueblos en la lucha por la libertad y Bulgaria también tuvo el suyo: se llamaba Ivailo y en el siglo XIII encabezó la que se considera primera gran rebelión campesina de Europa, que habría intentado subvertir el orden social. Fue proclamado emperador hasta su derrocamiento por una alianza entre la nobleza y los bizantinos que le obligó a marchar al exilio. Ivailo no tenía sangre azul. Era un simple labriego que según algunas fuentes carecía de tierras propias y se dedicaba a la crianza de cerdos, mientras que otras sí lo consideran propietario. En cualquier caso, parece ser que tenía visiones providencialistas en las que se ponía al frente de un movimiento popular, algo que constituía toda una tradición en la Edad Media y no es necesario recordar el caso de Juana de Arco. El contexto político, social y económico aportó el elemento necesario para que aquellas ensoñaciones terminasen materializándose.

1. Un héroe inesperado

Ha llegado el día de que conozcas la verdad. Durante años he evitado tus preguntas, hijo mío... sobre ti, sobre mí, sobre tu padre. Ya es hora de que lo sepas. Tú no eres de aquí. Tu patria está al norte, en Bulgaria. Déjame contarte una historia.

Una vez, un noble llamado Constantino dirigió un ejército rebelde a Tarnovo, la capital de Bulgaria. El zar reinante, un asesino usurpador, huyó con su hijo Iván a la corte del emperador romano. Los nobles de Bulgaria, unos hombres llamados ''boyardos'', proclamaron agradecidos a Constantino como su zar. El nuevo rey trajo paz a Bulgaria. Se casó con la sobrina del emperador y arregló el matrimonio de la hija de este con un kan mongol tuerto. Pero el periodo de paz no duraría. Los hombres son como los lobos: huelen la debilidad. Cabalgando, el zar se cayó y se rompió las piernas y la columna. El zar lisiado observó impotente cómo su reino se hundía en la anarquía. Los tártaros invadieron sus tierras, mientras que los boyardos se ocuparon de incrementar su propio poder. Temerosos de los saqueadores, los campesinos se sometieron a los boyardos.

Un hombre inesperado cambió este destino. Un criador de cerdos apareció en un pequeño pueblo. Sus manos callosas y su cara desgastada eran como las de cualquier hombre que trabajaba el campo. Pero este hombre era diferente. No solo instó a la gente a resistir a los tártaros, sino que convirtió sus palabras en hechos, llevando a una milicia a defender las aldeas. Pronto, sus éxitos atrajeron la atención de hombres mucho más poderosos y despiadados...


2. Una alianza improbable

Tras el asesinato de su marido, la zarina gobernó un reino en desorden, un verdadero desafío hasta para el más capaz. Pero la princesa griega era más brillante que la mayoría de hombres. Bella y astuta, María Paleóloga Cantacucena era hija de dos de las más renombradas familias de Constantinopla. Tuvo que casarse con el zar por orden de su tío, el emperador, pero su sagacidad bizantina resultó ser sumamente útil para su marido.

Cuando un boyardo oportunista amenazó el gobierno de Constantino, María se ofreció a adoptarlo como hijo y heredero. El boyardo aceptó y festejó en la corte del zar, pero poco después fue hallado muerto. Envenenado. Ahora, con una revuelta en el campo y la conspiración de los boyardos en su propia corte, María necesitaría toda su astucia para mantener el poder. Pero una amenaza más vino de su propio tío...

El testarudo emperador romano Miguel Paleólogo exigió la sumisión de su sobrina. La zarina, igual de determinada, se negó. Furioso con su sobrina, el emperador eligió a un príncipe exiliado para colocarlo en el trono búlgaro. Iván, el hijo que regresaba de la dinastía Asen depuesta por Constantino, dirigió un ejército romano para retomar el reino de su padre. La zarina sola no podía derrotar a los romanos. Tampoco Ivailo podía desafiar tanto a la zarina como a Iván. Esta lógica dictó una alianza inesperada entre un líder rebelde y la esposa del zar a quien él había asesinado.


3. El zar de los búlgaros

Ivailo observó con desconfianza cómo los boyardos le inclinaban la cabeza. A pesar del respeto que le mostraban a la luz del día, él sabía que susurraban y lo maldecían en las sombras. Asesino... Escoria campesina. Tarnovo sería la «Ciudad de los zares», pero era de los boyardos. Ivailo sabía que quedarse sería su muerte, pero estaba atado a la ciudad. La zarina estaba embarazada de su hijo. Sin embargo, la paternidad tendría que esperar...

La derrota de Iván Asen no afectó al emperador. Alistó a su yerno Nogai, señor de la guerra mongol, para desatar la guerra contra Bulgaria."
226304 "Descendiente de Gengis Kan, Nogai era de hombros anchos y pecho como un barril. Había perdido un ojo luchando contra un hermano en el Cáucaso, desfiguración que le impidió gobernar como kan de la Horda Dorada. Sin embargo, eso le gustaba. Nogai no se sentaría ocioso en una tienda de oro. Fue el creador de reyes y el verdadero poder tras la Horda, guiando a sus guerreros a la batalla. Mongoles, tártaros, cumanos... guerreros numerosos como briznas de hierba se extendían por el Danubio hacia Bulgaria. Ivailo corrió en medio de la noche hacia la ciudad de Drastar. Allí, levantaría un ejército para defenderse.


4. Los ecos de los héroes

Ivailo cabalgó hacia el sur por pueblos incendiados y campos devastados. Cabalgó al pie de las altas cumbres y por los estrechos senderos en los montes Balcanes. Allí, los restos de su ejército levantarían su defensa final. Se acercaba un gran ejército romano, enviado para reforzar a la facción de Iván en Tarnovo. Estaba dirigido por el general Miguel Glabas, que había reforzado sus ya impresionantes números con mercenarios tártaros. Con Iván en el norte y los romanos marchando desde el sur, Ivailo sabía que no habría refugio ni retirada para sus últimos seguidores. Sus hombres ganarían o morirían en estos montes. Pero estos valles ya habían presenciado victorias imposibles. Aquí fue donde los kanes y zares búlgaros pasaron a la historia. Las paredes de granito hacían eco con los nombres de héroes como Krum, Simeón y Kaloján, el asesino de romanos. A ellos se sumarían los nombres de Ivailo y sus hombres.


5. La tierra donde el tuerto es rey

Traicionado por Jorge Terter, Ivailo regresó a Tarnovo, pero las puertas estaban cerradas para él. Al final sus hombres perdieron la esperanza y volvieron a sus campos, dejando en el olvido las revueltas y el breve reinado de Ivailo. Pero Ivailo no podía olvidar. Impotente ante las murallas de la ciudad, la idea de aceptar su destino como simple criador de cerdos le pesaba. Había desafiado todas las probabilidades. No solo desafió a un zar, a un kan y a un emperador; cambió el orden del mundo. Él, un porquero, se había atrevido a derrocar reyes y liberar pueblos. Con estos pensamientos, Ivailo asumió el mayor riesgo de su vida. Tal vez cegado por su ambición, o por su esperanza, se dirigió a su enemigo en busca de ayuda. Buscó la redención en la tierra de los ciegos, donde el tuerto es el rey.

Tamerlán
Tamerlán (1336-1405), conquistador mongol turcomano, que creó un imperio que se extendía desde la India hasta el mar Mediterráneo. Se le llamaba Tamerlán, versión europea de Timur Lang (Timur el Cojo), porque padecía una discapacidad en el lado izquierdo de su cuerpo. Tamerlán nació el 10 de abril de 1336, en el seno de una tribu mongola establecida en Kesh (Transoxiana), actualmente Shakhrisyabz (Uzbekistán), y se hizo famoso al servicio del kan Cagatai Tughuq. Entre 1364 y 1370 logró el control de Transoxiana, aplastando a antiguos superiores y aliados, y en el último año declaró la restauración del imperio de Gengis Kan, de quien decía ser descendiente. Sometió a los kanatos vecinos y antes de 1394 ya había conquistado Irán, Mesopotamia, Armenia y Georgia, e invadió repetidas veces Rusia y Lituania. Desde 1389 hasta 1395, combatió y debilitó al kanato de la Horda de Oro; a su regreso exterminó a los elementos rebeldes de Irán. En 1398, Tamerlán invadió la India, donde tomó la ciudad de Delhi y asesinó a sus habitantes. En 1401 arrebató Siria a los mamelucos, arrasando Damasco, y mató brutalmente a los habitantes de Bagdad. Al año siguiente derrotó al sultán otomano Bayaceto I. Tamerlán murió el 18 de febrero de 1405, cerca de Shimkent (hoy en día en Kazajstán), cuando encabezaba una expedición contra China, y fue enterrado en Samarcanda, su capital. Su mausoleo, el Gur-i Mir, es uno de los grandes monumentos arquitectónicos de Samarcanda.

1. Amir de Transoxiana

Los ojos del hombre examinaron la habitación mientras comenzaba a hablar. Vivir huyendo es una cosa cruel. He visto muchas batallas y he escapado de las garras de la muerte incontables veces. Alguna vez me siguieron miles de hombres, pero ahora no tengo tierras, ejército ni un título. Solo me queda mi búsqueda de venganza.

El tiempo es valioso y se escapa mientras hablo, así que seré directo: «¡La perdición se aproxima a sus tierras, y deben estar preparados! Los ejércitos de Tamerlán el maldito se acercan aún más, empapando el suelo con sangre. ¡Este caudillo es el azote más grande que haya sufrido Asia!» Si pones atención, te contaré sobre sus conquistas, y del terror que ha inspirado.Tamerlán, nacido entre los Barlas, los nómadas que habitaban las estepas de Asia Central, se crió para ser un guerrero. Pasó su juventud como mercenario al servicio de los caciques locales, pero pronto llegó al poder cuando su padre, un cacique, murió. En ese momento, Transoxiana estaba dividida en cuatro poderes: al oeste estaban la Horda Blanca y la Horda Azul, sombras de la antigua Horda Dorada. Al este estaban las dos alas del kanato de Chagatai en decadencia. Tamerlán puso la mira en estos rivales divididos. Lo sobrepasaban en número, pero tenía un plan.


2. Gurkhan de Persia

Convencido de que mi invitado sabía mucho sobre Tamerlán, le pedí más información. Había oído que la mano y pierna de Tamerlán fueron mutiladas por heridas de flecha. ¿Cómo pudieron aceptar sus ejércitos a un tullido de líder? «Buena pregunta», respondió. «Se dice que Tamerlán y sus compañeros de tribu decidieron quién los dirigiría con una carrera a pie. Aunque los hombres de Tamerlán eran más rápidos, él lanzó su gorro sobre la estaca que marcaba la meta, y así ganó».

Este hombre parecía astuto como un zorro, un adversario muy peligroso. Le pedí a mi invitado que continuara el relato. «Tamerlán se fijó en Persia, una tierra arrasada por la guerra desde la caída del ilkanato. Persia era vasta y su terreno era un desafío para cualquier conquistador. No sería fácil de tomar». Sin embargo, Tamerlán contaba con el apoyo de su aliado Tokhtamish, que había reunificado a la Horda Dorada. Juntos, cabalgarían hacia la lucha en el Reino Persa.


3. El heraldo de la destrucción

Las ráfagas de viento se intensificaron, apagando algunas de las antorchas del salón. Los sirvientes estaban muy ocupados asando la carne al fuego. El aire se llenó del aroma de las aves, cordero y otras presas. Esta era la primera vez que las fuerzas de Tamerlán se aventuraban en Europa. El invierno era duro, y Tokhtamish esperaba que el frío y lo lejano de los suministros fueran demasiado para el hábil estratega. Los ejércitos de la Horda Dorada quemaron los cultivos y se llevaron todo lo que pudieron en su retirada. Tokhtamish sabía que Tamerlán no tendría piedad. Se enteró de informes sobre pueblos incendiados y montañas con los huesos de los asesinados. Parecía como si adonde sea que Tamerlán fuera, lo siguiera una bandada de buitres. Hubo ciudades enteras que se rindieron cuando se enteraron de la brutal destrucción de uno de sus vecinos. Tokhtamish no tuvo más opción que enfrentarse a su enemigo. Los ejércitos se encontraron cerca de las orillas del río Kondurcha, en algún punto en las primeras semanas del verano. Cuervos y buitres volaban en círculos sobre el campo, un presagio de la masacre inminente.


4. El sultán del Indostán

Escuchar las historias de este extraño nos abrió el apetito, y comenzamos a devorar nuestra comida con entusiasmo. Invité al viejo a que se sentara junto a mí. Sigo pensando que este Tamerlán es más mito que otra cosa. Seguramente alguna vez perdió una batalla. Este hombre tiene la astucia de un lobo y el aplomo de una lechuza. En algunas batallas ataca con fuerza el centro de la línea enemiga; en otras, los veloces jinetes flanquean la posición. Entonces fingen una retirada para llevar al enemigo a una trampa: una lluvia de flechas. Cuando Tamerlán decidió cruzar el paso Khyber hasta la India, se encontró con un reto diferente y aterrador. Los ejércitos del Sultanato de Delhi dominaron el campo de batalla con sus elefantes, bestias monstruosas conocidas por aplastar jinetes ¡con un solo pie! El astuto guerrero retiró sus líneas y esperó a lanzar su última trampa.


5. El azote de Levante

El silencio se apoderó de la corte; el relato evocaba miedo y fascinación. La comida había terminado hace un rato y los fuegos comenzaban a apagarse. Si Tamerlán se dirigía al oeste se encontraría con el poderoso Imperio Otomano, ¿en verdad se atrevería a hacer algo así? Las tribus turcomanas locales de Levante habían estado pidiendo ayuda contra la agresión Otomana. Con su ejército bien descansado y sus arcas llenas, Tamerlán estaba listo para derramar más sangre. Sabía que existía más de una manera de motivar a un ejército. El fervor religioso y las promesas de tierra y saqueos empujó a sus hombres. Estas tierras no eran ajenas al terror de las invasiones, pero nada podía prepararlos para la masacre por venir. Sedientos de gloria, los ejércitos de Tamerlán marcharon a través de las montañas, planicies y los ríos para aterrorizar Armenia, Georgia y Levante.


6. El azote de Levante

La relación entre Tamerlán y el sultán otomano Bayezid fue de gran enemistad. Los dos habían estado intercambiando cartas muy mordaces durante años. Finalmente, Tamerlán tuvo la oportunidad de aplastar a su rival, cuyos ejércitos estaban fatigados por las guerras en Bizancio y Hungría. Aun así, el Imperio otomano no fue un rival fácil: su ejército tenía un intrépido liderazgo y a los jenízaros. La fuerza otomana que se enfrentaría contra Tamerlán era grande, pero estaba dividida. Turcos, serbios, tártaros y otros vasallos formaban esta poderosa pero inestable fuerza. Si se apartaran a algunos y se los convenciera de desertar, la balanza se decantaría del lado de Tamerlán. Este sería su mayor desafío hasta ahora. ¡El destino de dos imperios pendía de un hilo!

Gengis Kan
Gengis Kan, nombre por el que es conocido Timuyin (c. 1167-1227), conquistador mongol, sus ejércitos nómadas crearon un vasto Imperio bajo su poder que se extendía desde China hasta Rusia. Nació cerca del lago Baikal (en la actual Rusia), hijo de Yesugei, jefe y dirigente mongol de una extensa región entre el río Amur y la Gran Muralla china. A la edad de trece años, Timuyin sucedió a su padre como jefe tribal. Su temprano reinado se vio marcado por las sucesivas revueltas de sus tribus y por una intensa lucha por mantener su liderazgo, pero el dirigente mongol mostró muy pronto su capacidad militar y no sólo conquistó a sus indisciplinados súbditos sino también a sus hostiles vecinos, asesinando despiadadamente a todos los que se le oponían. En 1206 Timuyin ya era el dueño de casi toda Mongolia. Ese mismo año, la asamblea de las tribus dominadas le proclamaron Gengis Kan (chêng-sze, en chino ‘guerrero valeroso’ en turco khān, ‘señor’), líder de las tribus mongoles y tártaras unidas, y la ciudad de Karakorum (Karakoram) fue designada como su capital.

1. Crisol

Un lobo azul tomó como esposa a una cervatilla. Se establecieron en la cabeza del río Onon para cuidar a sus crías. Y así nacieron los mongoles. Así comienza el trabajo de mi vida, «la historia secreta de los mongoles». Me seleccionaron para componer esta épica ya que están por suceder grandes eventos. Vamos a dejar Mongolia. Siempre he vivido en estepas frías, secas e interminables. Las tribus aquí discuten como buitres que desean arrebatarse el cuerpo seco de una marmota. Peleamos por recursos limitados, agua escasa, pocos árboles y poco pasto para nuestros rebaños.

Un hombre sabio y peligroso llamado Temujin quiere cambiar todo esto. Dice que si el conflicto tribal ha de terminar, los mongoles necesitan dos cosas. Primero, pastos verdes para nuestros rebaños. Con más para todos, habrá menos competencia entre las tribus. En segundo lugar, somos una cultura de guerreros. Necesitamos un enemigo común contra el que combatir. Para atender ambas necesidades, Temujin ideó el plan más modesto: unir a las tribus e ir a la guerra con el que se interponga en nuestro camino. «¿Cómo?», le preguntamos. «¿Cómo pueden nómadas en tiendas de fieltro embarcarse en una campaña de conquista mundial?». Temujin contestó que no pelearíamos como simples guerreros, sino como un ejército unificado. No por gloria personal, sino por la de la horda. Y con esas palabras, el nombre de Temujin cayó en el olvido. A su nombre lo reemplazó un título: el Gran Khan, Genghis Khan.


2. Una vida de venganza

El invierno ha llegado a las estepas. La tierra está congelada y dura como un hueso, y el único movimiento es el vaho de hombres y caballos. Solo la promesa de la batalla brinda calor. Casi todas las tribus están ahora con Genghis Khan. Pero con el éxito, vienen los enemigos. Un hombre llamado Kushluk ha desafiado el derecho de Genghis a gobernar. Kushluk siembra la discordia entre el khanato de Kara-kitai y se quiere proclamar como khan rival. Genghis no puede permitir estas transgresiones. Necesita dar el ejemplo. Así que cabalgamos hacia el oeste, para encontrar y matar a Kushluk. Si los Kara-kitai lo acogen, sus vidas también se perderán.


3. Hacia China

Ahora toda Mongolia está al alcance de Genghis Khan. Más allá hay dos vastos imperios: China al este y Persia al oeste. Persia es la siguiente opción razonable para combatir, ya que nos separa de los ricos pastos de Europa. Pero antes, Genghis tiene que ajustar otra cuenta. Después de presenciar a nuestra caballería en acción, los chinos solo hablaron de paz. Hasta prometieron apoyar nuestra campaña hacia el oeste. Pero ahora que hemos dado la espalda a China, han decidido no entregar los hombres y armas que prometieron a Genghis. Es hora de otra demostración. Persia puede esperar mientras la horda va al este de nuevo, y nos preparamos para marchar hacia China, el imperio más grande y avanzado del mundo.


4. La horda cabalga al oeste

Dormir en la montura. Beber la lluvia. Solo comer carne seca, leche seca y sangre de caballo. Es la vida de un mongol en guerra. Por la noche nos recompensan con leche de yak fermentada y la promesa de tesoros persas. Impulsados por las palabras del Gran Khan, cruzamos kilómetros del continente asiático a todo galope. Ante nosotros yace el vasto imperio persa. El sha Jorezmita tendrá una sola oportunidad para rendirse, y después desmantelarán sus ciudades, ladrillo a ladrillo. Pero no todos vamos a Persia. Genghis envió a Subotai Ba'atur del Pueblo del Reno hacia Rusia, al norte. Los principados rusos están desorganizados y Genghis espera que Subotai pueda someterlos uno a uno. Así, la horda gobernará toda Asia.


5. La promesa

Dormir en la montura. Beber la lluvia. Solo comer carne seca, leche seca y sangre de caballo. Es la vida de un mongol en guerra. Por la noche nos recompensan con leche de yak fermentada y la promesa de tesoros persas. Impulsados por las palabras del Gran Khan, cruzamos kilómetros del continente asiático a todo galope. Ante nosotros yace el vasto imperio persa. El sha Jorezmita tendrá una sola oportunidad para rendirse, y después desmantelarán sus ciudades, ladrillo a ladrillo. Pero no todos vamos a Persia. Genghis envió a Subotai Ba'atur del Pueblo del Reno hacia Rusia, al norte. Los principados rusos están desorganizados y Genghis espera que Subotai pueda someterlos uno a uno. Así, la horda gobernará toda Asia.


6. Pax Mongolica

Solo una potencia se interpone en nuestro camino. Francia y los reinos más allá están agotados tras tantas cruzadas. Si conquistamos Europa oriental, es probable que Europa occidental se rinda. Pero, para ello, debemos derrotar a Hungría. Hungría posee la caballería más formidable de toda Europa. No solo tienen la fuerza de la armadura europea, sino que sus caballos son primos de los nuestros, que llegaron cruzando las estepas rusas. El río Sajo que nos separa del ejército de Hungría está congelado, así que no podremos desplegar barcos. En su lugar, quién controle el puente decidirá la batalla. Subotai viene con refuerzos. Si podemos sobrevivir a la carga de los caballeros húngaros hasta que Subotai llegue, con suerte tomaremos el puente. Mucho recae sobre este simple puente. Si capturamos el cruce de Sajo, capturamos Hungría. Si Hungría cae, también Europa. Con Europa y Asia bajo control mongol, nuestra conquista del mundo será completa y definitiva.

Prithviraj
Rai Pithora, conocido comúnmente como Prithviraj Chauhan (1149–1192), fue un rey rajput de la dinastía Chauhan, que gobernó los reinos de Ajmer y Delhi en el norte de la India durante la mitad última del siglo XII.1 Fue el último rey hindú independiente, antes de que Hemu asumiera el trono de Delhi. Ascendió al trono de Dehli en 1179 a la edad de 13 años, y gobernó las capitales gemelas de Ajmer y Delhi, obtenidas de su abuelo maternal, Arkpal o Anangpal III de la dinastía de Tomara en Delhi. Tuvo bajo control gran parte de los actuales estados de Rajastán y Haryana, y unificó los gobiernos hindúes contra las invasiones túrquicas. Su fuga en 1175 con Samyukta (Sanyogita), la hija de Jaichand, el rey de Kannauj, es un popular cuento romántico en la India, y es uno de los temas del Prithviraj Raso, un poema épico compuesto por el poeta de su corte y amigo, Chand Bardai.

1. Nacido del fuego

Hace mucho, un grandioso sabio escaló el pico sagrado del Monte Abu. Les pidió a los dioses que protegiesen a la gente de la tierra, pero en su lugar acudieron rakshasas, demonios comehombres con ojos de fuego y colmillos de acero. A pesar de que los demonios se acercaban, el sabio se quedó tan inmóvil como la montaña. A pesar de sentir el calor de la respiración de los demonios en su hombro desnudo, estaba decidido: hizo una ofrenda de fuego a los dioses y pidió su protección. De las llamas de su ofrenda nacieron los clanes rajput, del fuego y del humo. Sus héroes pelearon con los rakshasas y, aunque se derramó mucha sangre, la amenaza demoniaca siguió oscureciendo el Monte Abu.

El sabio excavó una nueva fosa de fuego, más adentro en las montañas, y de nuevo hizo la ofrenda. Del abismo salió Chauhan, con armas en sus cuatro brazos. Él mató a los rakshasas y de sus entrañas nació el clan rajput más poderoso: el clan de mi rey. Soy Chand Bardai, poeta de la corte del rajá. Te contaré la historia de un gran rey. Pero esta historia, así como la vida, debe comenzar por el principio. Mi rey, Prithviraj, no fue siempre un gran rajá. Una vez fue un joven rey de Ajmer desafiado por su propio primo para gobernar el clan chauhan.


2. El Digvijaya

Rajastán es una tierra cruel: un desierto desolado serpenteado por los dedos sinuosos del río Ganga. El clan rajput que reinó aquí es tan fuerte como la tierra del desierto y tan apasionado e impredecible como la corriente del río. El nombre Rajastán significa «tierra de reyes», y de esta tierra provienen los mejores guerreros y rajás de la India. Un rey llamado Jayachandra gobernaba los clanes más fuertes. Su experiencia y fuerza solo fueron superados por su amarga furia y ambición. Pretendía gobernar toda Rajastán. Siguiendo con las antiguas tradiciones, Jayachandra ordenó un ritual para dar a conocer su autoridad. Liberó una yegua en Rajastán, seguida por sus guerreros. Allí donde la yegua fuese, el líder del territorio tendría que aceptar la autoridad de Jayachandra o, si no, lucharía con los guerreros.


3. La mano de una princesa

Mi rey estaba enamorado de Sanyogita. Los dos se escapaban de sus cortes para encontrarse en las fronteras de los pueblos y en las huertas, en donde se abrazaban bajo la luz de la luna. A pesar de su discreción, no pudieron ocultar su romance al poderoso Jayachandra y su ejército de espías. El gran rey nunca hubiera aprobado el matrimonio de su hija con su rival. En su lugar, organizó una swayamvara, una ceremonia en la que Sanyogita escogería a su esposo de entre los hombres invitados por su padre. Jayachandra invitó a todos los príncipes y reyes de India, excepto a uno. Casi a uno. Para burlarse de Prithviraj, Jayachandra mandó hacer una estatua de arcilla del joven rey para que sirviese como portero de su corte.


4. El destino de India

Sin su hija, Jayachandra se convirtió en un elefante en estampida: nadie estaba a salvo de su desbordante ira. Pero la ira por sí sola no podía ganar, y Jayachandra no hubiera sido una amenaza para mi rajá si no fuera por los celos y astucia del que una vez fue un súbdito leal. ¡Ay, Kaimbasa! ¡El amor y la envidia hicieron que traicionase a su amo! El ministro que había aconsejado a mi rey desde que era pequeño y a quien Prithviraj veía como un tío querido se fijó en la única mujer que no podía tener: Kaimbasa se enamoró de Sanyogita. Sus celos lo llevaron a la corte de Jayachandra para traicionar a su rey. Susurrando al oído de Jayachandra, Kaimbasa dio sentido y propósito a la ira del rey. Instó a Jayachandra a que enviase un embajador a las colinas afganas en busca de Muhammad de Gur, un brutal jefe militar que dirigía un ejercito de miles de esclavos. El mensajero agasajaría al turco con relatos de los ricos reinos de Prithviraj e insinuaría que el joven rey estaba demasiado enamorado de su esposa como para defender sus tierras. Entonces, Kaimbasa le prometió al vengativo rey que Prithviraj sería derrotado y que Jayachandra gobernaría Rajastán.


5. La leyenda de Prithviraj

La victoria de Prithviraj sobre Muhammad de Gur resultó ser una maldición. Al creer que el turco no regresaría, mi rajá se entregó a la fiesta y a la compañía de Sanyogita y descuidó las defensas. Aquí es donde yo, Chand Bardai, entro en la historia y dejo mi marca en la leyenda del rey. Advertí a mi rajá que nada detendría a los turcos. El jefe militar había llegado de las áridas montañas afganas para contemplar la riqueza de India y regresaría con un ejercito más grande.

Mi rajá era sabio y me escuchaba. Envió mensajeros a los demás príncipes rajput, llamándolos a la guerra. Pero pocos hicieron caso. Riendo, los príncipes le dijeron al mensajero que los turcos no regresarían tras la reciente derrota de los chatrias rajput. Los príncipes de Rajastán solo enviaron fuerzas simbólicas para ayudar a la defensa de mi rajá. Mientras mi rey marchaba de nuevo a la guerra, yo temía que no regresara. Comencé a escribir su historia y a compartirla con otros poetas. Aunque mi rey no sobreviviese a la batalla, su leyenda viviría en toda la India. Yo me aseguraría de ello.

Le Loi
Le Loi (1385, Lam Son, Vietnam - 1433) fue un general vietnamita quien obtuvo la victoria de independencia para Vietnam de China y fundó la extinta dinastía Le (1428–1788). Fue un rico terrateniente que se sensibilizó por las condiciones sociales de la gente común, que sufría bajo el yugo de la aristocracia china y vietnamita. Su serie de revueltas que comenzaron en 1418, hizo retirarse a los chinos. A partir de entonces mantuvo relaciones diplomáticas con la dinastía Ming, que a pesar del pago de tributo; los Ming reconocieron su reino hasta 1428. Entre sus logros podrían mencionarse las reformas agrarias que hizo para ayudar a los campesinos. Fue el héroe vietnamita más homenajeado de su tiempo.

1. El levantamiento en Dai Viet

El reino de Dai Viet ya no existe. Una tormenta llegó del norte y hundió la tierra en oscuridad. Destrozado por la guerra civil, el reino llamó la atención del emperador Ming, que envió una inmensa fuerza con armas de fuego y humo para conquistar Dai Viet. El pueblo vietnamita no tuvo oportunidad contra una amenaza así. Soldados extranjeros entraron a las aldeas y ocuparon la tierra. Mientras la aristocracia vietnamita colaboraba y prosperaba, el pueblo llano sufría. Los invasores impusieron duros impuestos y destruyeron muchos lugares sagrados. Los vietnamitas necesitaban un héroe, y ese héroe fue Le Loi. Aunque era el hijo de un noble, Le Loi despreciaba a la aristocracia que se había aliado con el enemigo. Cuando los chinos llegaron, huyó al norte a las tierras de su familia. Ahí, en la colinas, estaba fuera del alcance chino mientras organizaba la resistencia. Con gran inferioridad numérica, Le Loi sabía que no podía derrotar a los Ming en batalla abierta, así que libró una guerra de guerrillas. Atacó los campamentos Ming, robó suministros y se los dio a los campesinos. La resistencia de Le Loi solo podía triunfar si plantaba las semillas de rebelión en su gente.


2. El asedio a la montaña

El desastre sacudió a los rebeldes cuando los Ming los derrotaron en batalla y se tuvieron que retirar a la fortaleza Chi Linh. Rodeado por un vasto ejército chino sin esperanza de recibir ayuda externa, la situación de Le Loi se volvió desesperada. Los suministros no durarían lo suficiente y los cañones Ming ya golpeaban los viejos muros de la fortaleza. El final de Le Loi y la rebelión parecía inminente...


3. La batalla de Hanói

De todo Vietnam llegaba gente para unirse a Le Loi, incluso veteranos de guerras pasadas y niños de edad suficiente para portar armas. Le Loi necesitaba el impulso de la rebelión para dar un golpe decisivo a las fuerzas Ming. El ejército rebelde atacaría la vieja capital de Hanói...


4. Camino al sur

Con Hanói bajo el control de Le Loi, los chinos se replegaron tras las murallas de los pueblos y ciudades más grandes del sur. Ahí, esperarían a Wang Tong, el general Ming en camino. Le Loi debía actuar rápido, pero no podía subestimar a los Ming. Los cuarteles tenían grandes reservas de pólvora y el ejército de Wang Tong marchaba frenético para alcanzar las ciudades sitiadas. Le Loi tuvo que convertir a su turba de campesinos en un verdadero ejército que pudiera enfrentarse a los mejores Ming.


5. Ataque desde tres frentes

Bajo el mando de Le Loi, la rebelión vietnamita se convirtió en un verdadero ejército. Sus buques de guerra se alineaban como nubes, sus armaduras brillaban bajo el sol, sus armas de fuego se amontonaban y sus reservas de pólvora estaban llenas. Por fin Le Loi podía enfrentarse a todo el peso de las huestes Ming. Pero Wang Tong seguía de cerca a Le Loi, observando cada movimiento como un tigre al acecho que espera a que su presa cometa un error. Ya no había tiempo, pues cada semana que pasaba, llegaban cada vez más soldados Ming. Necesitaba decidir sus próximos pasos cuanto antes. A pesar del riesgo, Le Loi dividió a sus tropas para lidiar con los cuarteles Ming, el ejército del norte, y las tribus hostiles del oeste. Este era el momento que Wang Tong esperaba y el tigre se abalanzó sobre las vulnerables fuerzas vietnamitas...


6. La fortaleza final

Dong Do era la última fortaleza en manos Ming. Wang Tong pidió ayuda, pero los refuerzos no podrían llegar fácilmente mientras Le Loi tenía el norte y las costas. Aun así, la fortaleza de Wang Tong estaba bien protegida y abastecida. Si la fortaleza resistiese lo suficiente, un nuevo ejército Ming, desde China, aplastaría a los vietnamitas y enviaría a Le Loi y a sus hombres de vuelta a las colinas. La guerra estaba a una batalla de terminar y el destino de Vietnam pendía en la balanza.

Gayamada
Gayamada fue un célebre militar y consejero del emperador Hayam Wuruk de Mayapajit.​ Fue, después del propio emperador, la persona más poderosa y popular de la corte,​ ostentando el título de «patih» o primer ministro. Durante su vida el Imperio mayapajit ocupó la mayor parte del archipiélago indonesio y algunos territorios más allá de él, alcanzando su esplendor,​ precisamente gracias a la flota de Gayamada, que conquistó lugares desde zonas de Nueva Guinea al este hasta islas de Filipinas al norte, incluyendo territorios no identificados que incluso pudieran pertenecer a la costa noroeste de Australia.

1. La historia de nuestros fundadores

¿Qué lleva a un rey a expandirse hasta los límites de lo desconocido? ¿Por qué su gente está dispuesta a sacrificar sus bienes y hasta sus vidas por alguien sentado en un trono de marfil? Son las leyendas de nuestros antepasados y sus logros lo que nos impulsa. Todos en Asia han oído hablar del gran imperio de Srivijaya: una potencia del pasado que gobernó todas las islas de Indonesia. Soñamos con algún día superar esas leyendas. En nuestra cultura, el animal más importante de todos es el kanchil, el diminuto ciervo ratón. Los extranjeros se burlan de la forma en que lo veneramos, pero no saben nada del corazón benigno del kanchil.

Aunque parece inofensivo, puede superar cualquier obstáculo y derrotar a adversarios mucho más grandes con su mero ingenio. Su valentía no tiene rival entre los animales. Nuestra gente es como el kanchil. Nuestros enemigos nos subestiman y se burlan, pero conocerán nuestro verdadero espíritu. Por eso mismo, la historia del fundador de nuestro imperio, Arya Wiraraja, es tan respetada. Ante la invasión mongola, construyó un imperio a partir de una aldea…


2. Lealtad incondicional

Mi miedo eterno a que las intrigas palaciegas lo pusieran en peligro se cumplió. Mientras hablo, guerreros traicioneros desenvainan sus karambit ante las puertas del palacio. Un noble llamado Rakrian Kuti traicionó al rey y ahora asedia el palacio real. Por fortuna, su traición no se ha extendido por el imperio. El primer ministro, Arya Tadah, sigue siendo leal, así que hemos unido nuestras fuerzas para liberar al rey y aplastar la rebelión. Espero que haya suficiente tiempo para salvar a nuestro rey.


3. El juramento para unificar Nusantara

Como temía, nuestro rey falleció esta tarde de una enfermedad desconocida. En su lugar, Tribhuwana se convirtió en la reina regente. Su primer acto fue retirar al primer ministro y otorgarme el puesto a mí. Sin dudarlo, hice un juramento frente a todo el mundo: ¡que no me doblegaría ante cosas mundanas hasta que haya conquistado todo el archipiélago indonesio en nombre de la gloriosa Mayapahit!


4. Al servicio de un nuevo rey

El tiempo se torna más y más cruel con cada año que pasa. La reina abdicó para que su hijo, Hayam Wuruk, ocupara el trono. Mas esto no afecta mis metas. Solo descansaré hasta que cumpla mi juramento. La armada de Mayapahit irá al este, hacia las pequeñas y ricas islas tropicales del archipiélago. Las hay tantas como estrellas en el cielo, pero también se postrarán ante mi autoridad... y la del rey legítimo de Mayapahit, claro está.


5. La tragedia de Pasunda Bubat

Mientras veía los bailes en los jardines reales, vino a mi mente un plan para asegurar la caída de Sonda. Un matrimonio arreglado entre mi rey y una de las princesas causará que su gente baje la guardia. Entonces, amenazaré con exterminarlos si no se subyugan ante el monarca. ¡Un ardid digno de un astuto kanchil! El rey ordenó que me dirigiera al Bubat, la plaza de nuestra capital, para dar la bienvenida a la princesa y escoltarla con su familia al palacio. Para que el plan sea un éxito, ni siquiera mi señor debe enterarse. Sonda protestará, pero con toda la familia real en nuestra ciudad rodeada por mis soldados, no les quedará más que rendirse.

Suryavarmán I
Suryavarman I fue un rey del Imperio jemer de 1006 a 1050.​ Suryavarman usurpó el título real de Udayadityavarman I, derrotando a sus ejércitos en 1002. Después de una larga guerra con el sucesor de Udayadityavarman, Jayavarman, nuestro protagonista reclamó el trono en 1010.​

1. La usurpación

¡Emprendemos la marcha! ¡Que nadie descanse hasta que el sol se oculte tras los árboles! Soy Sangrama, distinguido general del imperio jemer y encargado de poner freno a una rebelión: apenas un año después de la muerte del venerado Suryavarmán I, su legítimo sucesor debe hacer frente a una férrea oposición que amenaza con disolver el imperio que tomó casi cinco décadas construir. No es fácil inspirar a un ejército conformado en gran medida por soldados de leva. Muchos de ellos son granjeros y artesanos, ajenos a la guerra y la cruda realidad de la batalla. Pero es importante que entiendan por qué están luchando... Conforme marchábamos fatigosamente por el lodo, convoqué a los capitanes al frente. Les relaté acontecimientos ocurridos antes de que muchos de ellos hubieran nacido. Con ese conocimiento, inspirarán a sus hombres en batalla. Suryavarmán fue alguna vez un rico aristócrata con un derecho tambaleante al trono de Udayadityavarmán I. El monarca había establecido su corte en Angkor hacía poco, reivindicando como propio todo el imperio jemer. Así las cosas, Suryavarmán reunió a su ejército, marchó desde el oeste hacia Angkor y estableció campamento cerca de la ciudad.


2. Un freno a la rebelión

El ascenso al poder no solo trae ventajas, sino también nuevos problemas: cuando le cortas la cabeza al monstruo, otras tres surgen para ocupar su lugar. Y así fue el caso con los enemigos de Suryavarmán. Surgieron grupos rebeldes al norte, este y sur de Angkor. Hordas de soldados enfadados marcharon hasta la ciudad, amenazando con derrocarlo en menos tiempo del que le había tomado llegar al poder. La más peligrosa de estas facciones era la liderada por un señor malayo, llamado Jayaviravarmán, quien tenía un legítimo pero débil derecho al trono. Este hombre se ganaba el apoyo de la población durante su avance desde el sur. Suryavarmán debía actuar rápido: si las distintas facciones rebeldes terminaban por unirse, presentarían un serio desafío para un ejército que apenas había logrado salir triunfante de una extenuante campaña.


3. Una misión peligrosa

Cuando el imperio comenzó a prosperar y expandirse, sus vecinos comenzaron a preocuparse. Y es que el tigre joven busca deleitarse con la presa más vulnerable. Algunos se asustaban ante la idea de una guerra inminente y rezaban por que sus miedos fueran injustificados. Otros, en cambio, se preparaban para el conflicto. La sensación de amenaza se cernía especialmente sobre el reino de Tambralinga, vasallo de la gran talasocracia de Srivijaya. El imperio jemer estaba rodeado de vecinos hostiles y los conflictos armados parecían estar a punto de estallar. La única duda era quién atacaría primero.

El sabio Suryavarmán entendía que la inacción sólo llevaría a la tragedia. Los distintos reinos birmanos del oeste mostraban hostilidad hacia el imperio jemer, aunque un potencial aliado se hallaba un poco más lejos: la poderosa dinastía Chola, con centro en el sur del subcontinente indio, compartía intereses con los jemeres. Quizá bastaría con enviar a un hábil diplomático y ricas ofrendas a la corte de Rajendra Chola para convencerlos de que una alianza con Suryavarmán les resultaría benéfica.


4. Desafiando a una talasocracia

Tras conocerse la reciente alianza con los cholas y con ambos bandos en el terreno, un conflicto armado era inevitable. Si bien el reino de Tambralinga representaba una amenaza simbólica, contaba con el apoyo del vasto imperio marítimo de Srivijaya. El poderío de la fuerza naval de Srivijaya era inigualable, pero el otro bando tenía una ventaja estratégica: las fuerzas jemeres presionaban al enemigo por tierra desde el norte y por agua desde el este, mientras que los cholas avanzaban desde el oeste. Los enemigos se vieron rodeados casi por completo. Suryavarmán le había indicado al ejército chola emplazar una base de avanzada en la península malaya. Luego tomó la iniciativa construyendo barcos y adaptando muchos de los que ya tenía para crear una gigantesca flota de guerra, buscando arrebatar la supremacía naval a la coalición Srivijaya-Tambralinga.

Sin embargo, todo dependía del éxito de las tropas cholas que recientemente habían desembarcado en el continente. Si conseguían el duro objetivo de neutralizar a las fuerzas terrestres del enemigo, entonces Suryavarmán podría hacerse con el control marítimo para luego lanzar una invasión anfibia fulminante. En cambio, si los cholas fueran expulsados de su base de avanzada, los jemeres se verían obligados a enfrentarse solos a los enemigos... un posible escenario que no entusiasmaba a Suryavarmán.


5. Nirvanapada

Habiendo derrotado a sus rivales marítimos, Suryavarmán volvió a mirar al continente. Mientras había progresado la guerra contra Srivijaya y Tambralinga, nunca perdió de vista que en todo momento sus rivales más cercanos habían estado conspirando contra él. Los gobernantes de los distintos reinos birmanos y chams se movían bajo las sombras como cobardes. ¡En lugar de reconocer la supremacía de su vecino mayor, maquinaban arteramente su desintegración e incitaban a la rebelión en sus tierras! Esa conducta era inaceptable. Quizás los enemigos del imperio se sentían intimidados para enfrentarse a los jemeres directamente, pero Suryavarmán no dudaría en desafiar a sus vecinos. Era hora de que el imperio retomara su expansión. Los ríos Mekong y Chao Phraya pasaban por fértiles tierras gobernadas por reinos inestables, decadentes y maduros para su conquista. El triunfo añadiría otro gran logro al ya legendario historial militar de Suryavarmán.

Bayinnaung
Bayinnaung fue el tercer rey de la dinastía Toungoo, en la actual Birmania (reinó de 1551 a 1581). Venerado en el país, es sobre todo conocido por haber unificado el país y conquistado el estado Shan, así como una parte de Tailandia y de Laos.

1. Los tigres birmanos

1538 d. C.: año 8 del reinado de Tabinshwehti. Hace más de 20 años, cuando yo aún no había nacido, un viejo chamán rural se presentó ante Toungoo, nuestro pequeño reino montañoso. Aseguraba ser capaz de comunicarse con los nats, unos espíritus ancestrales venerados por mi pueblo antes de la llegada y adopción del budismo. Los nats le dijeron al chamán que un antiguo príncipe guerrero reencarnaría en nuestro reino. El príncipe gobernaría como Chakravartin, el gobernante universal que personifica las virtudes del budismo. Poco después, el rey tuvo un hijo llamado Tabinshwehti. Al mismo tiempo, una joven sirvienta tuvo un hijo. Ella misma fue nombrada nodriza del príncipe recién nacido. Conozco bien esta historia porque soy el hijo de dicha sirvienta y fui criado junto a mi futuro rey. Los nats entrelazaron los destinos de un rey y un sirviente. Mi madre no está segura de que Tabinshwehti sea de quien hablaron los nats. Dice que son espíritus engañosos de bendiciones confusas. ¡Yo le digo que no soy ningún príncipe! Solo el rey Tabinshwehti puede liderar nuestro pequeño reino contra nuestros enemigos. Y tenemos muchos enemigos. Nuestras tierras están bajo el ataque de los shan, un pueblo guerrero del lejano norte. Las murallas no los pueden detener, así que atacamos el sur para asegurar Hansawadi.


2. La cobra de Mandalay

1543 d. C.: año 13 del reinado de Tabinshwehti. Nuestra conquista de Baja Birmania atemoriza a los jefes guerreros shan: decidieron convocar a sus aliados, el reino de Ava y el poderoso pueblo arakanés, para combatirnos en conjunto. Mi rey y yo hemos iniciado la marcha hacia Alta Birmania, a través de la ruta de peregrinaje que lleva a Pagan, la ciudad de los 10,000 templos. Desde allí, los antiguos monarcas gobernaron un pueblo birmano unido. Es por esto que mi rey debe ser coronado en Pagan como monarca de toda Birmania. Marcharé al frente del rey para asegurar la antigua ciudad y preparar la coronación. Con mi ayuda y la bendición de los nats, mi hermano cumplirá el destino que le fue profetizado.


3. El pavo real regio

1550 d. C.: año 20 del reinado de Tabinshwehti. Soy el jefe de gobierno de un reino sin rey. El hombre que vino desde Portugal ha corrompido al rey Tabinshwehti. Mi señor se ha entregado a la bebida y ha olvidado completamente las enseñanzas del budismo e incluso las bendiciones de los nats. Desaparece durante semanas enteras con el extranjero en largos viajes de caza donde el vino es la atracción principal. ¡Y cuando efectivamente se presenta en la corte, ordena ejecuciones entre sus berrinches de borracho! Muchos funcionarios me imploran deponer al rey y gobernar Birmania yo mismo, con la dignidad que merece nuestro pueblo. Amo a mi tierra, ¡pero no puedo traicionar a mi hermano! Debí saber que la rebelión estallaría más temprano que tarde: un monje llamado Htaw, hermano del rey de Hansawadi, está liderando una revuelta en el sur. En estos momentos nuestro rey se prepara para uno más de sus viajes de caza, pero me ha ordenado dirigir a nuestras tropas y derrotar a aquel rebelde. Obedeceré las instrucciones del rey, pero estoy preocupado. Un ministro llamado Sawhtut está ansioso por verme partir. No estoy seguro de qué estará tramando.


4. El elefante blanco

1563 d. C.: año 13 del reinado de Bayinnaung, rey de toda Birmania. Aunque el tigre gobierna la selva, su hambre nunca se apaga. Así me siento al clavar la mirada en los reinos tailandeses hacia el este. Ya he gobernado durante trece años, ¿pero cómo puedo ser chakravartin si tan solo soy rey de Birmania? Ayutthaya es el más poderoso de los reinos tailandeses, ¡y su rey, Chakkrabatra, me desafía constantemente! Y ahora, incitó la rebelión a uno de mis vasallos, el rey de Lan Na. Incluso envió a su hija a casarse con el monarca de Lan Xang, ¡sólo para asegurar su alianza en mi contra! Pero esas tácticas no me llevarán a la guerra. Se dice que Chakkrabatra posee siete elefantes blancos, símbolo de fortuna y favor divino. En la corte, los rumores van en aumento. Gente con más buenas intenciones que intelecto se pregunta que, si soy el verdadero chakravartin, ¿por qué los nats favorecerían a mi rival, Chakkrabatra, en lugar de a mí? ¡No permitiré que los nats, y mucho menos ese rey tailandés, me desafíen de esta forma! Mis tropas marcharán al este, pero no a una guerra sin sentido, sino a una espiritual. Con mis huestes, enviaré monjes para difundir el budismo y nuestra fe.


5. El tigre viejo

1580 d. C.: año 30 del reinado del chakravartin. Aunque el tigre envejece, su hambre nunca se extingue. Por el contrario, ¡aumenta con la edad, llevándolo a nuevas tierras de caza a buscar presas aún más peligrosas! He gobernado Birmania durante treinta años y obligué a inclinarse a una docena de reyes. ¿Pero qué dirán las futuras generaciones sobre mi vida? ¿Que goberné a fuerza de las armas y asesiné a muchos hombres? ¿Que como rey fui esclavo de mis impulsos? El tigre viejo es obstinado, pero incluso él sabe darse cuenta cuándo su hambre está apoderándose de él. Mis hijos están al frente del ejército que busca conquistar la costa de Arakán, puerta de entrada a India. Tal como su padre, vagan por la Tierra en pos de una última victoria que nunca llega...

Moctezuma
Moctezuma era sumo sacerdote cuando el consejo formado por los principales dignatarios mexicas y por los señores de Texcoco y Tlacopan, lo eligió para suceder a Ahuizotl y convertirse en el noveno tlatoani (supremo gobernante) azteca. Distintas fuentes revelan su personalidad, en la que, junto al valor guerrero, destacan su constante estado melancólico y un fuerte componente supersticioso. Durante los primeros años de su reinado consiguió que el Imperio azteca conociera su momento de mayor esplendor. Ello se debió a la ampliación y consolidación territorial, al incremento de la recaudación procedente de los señores dependientes, y a la extensión del comercio e intercambio de productos con los demás reinos de la región.

1. Reinado sangriento

Informa Cuauhtémoc, Guerrero Águila de Tenochtitlan. Un presagio apareció en el bosque, con la forma de una espiga de maíz, pero que resplandecía como el amanecer. Parecía que sangraba fuego, gota a gota, como una herida en el cielo. Yo soy guerrero, no sacerdote, y no supe interpretarlo. Consulté a videntes y hechiceros para saber si venía otra guerra, pero solo me contestaron con acertijos. «Los dioses desean más sacrificios», fue su respuesta. Esa era siempre su respuesta. Gran parte de nuestro imperio de selvas y volcanes fue conquistado en nombre del sacrificio. Los hechiceros nos dicen que tenemos que hacer un sacrificio cada día para que el sol vuelva a salir. Los relevos tardaron dos días enteros en llevar mi mensaje hasta nuestra ciudad, Tenochtitlán. Después de dos días más, mi tío Moctezuma, el emperador de los Aztecas, envió su respuesta. Los sacerdotes de Moctezuma predijeron que el dios Quetzalcóatl volvería de su exilio. ¿Cómo si no se explica el presagio? Moctezuma ordenó a mis guerreros que redoblaran esfuerzos para conquistar la selva entre nuestras tierras y las enemigas. Debemos establecer el control sobre los cuatro templos sagrados de Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada. Como el Imperio azteca es poderoso y está en constante expansión, tenemos muchos enemigos. Debemos defender estos templos de ellos para prepararnos para el posible regreso de Quetzalcóatl.


2. La triple alianza

Informa Cuauhtémoc, Guerrero Jaguar de Tenochtitlan. Los dioses seguían inquietos, pues apareció otro presagio ese mismo año. El templo del demonio Huitzilopochtli ardió en llamas de manera repentina, a pesar de estar hecho de piedra. Cuando la gente se acercó a apagar el fuego con agua, ardió con más violencia. Pregunté al emperador qué hacía falta para apaciguar a los dioses. Sus sacerdotes lanzaron la misma respuesta predecible. El imperio necesita más prisioneros. El dios del sol, el dios de la lluvia e incluso la Serpiente Emplumada eran deidades furiosas que necesitaban sacrificios. La ciudad-estado de Tenochtitlán es aliada de otras dos, y juntas forman la Triple Alianza. Moctezuma quería que la Triple Alianza atacara a nuestros antiguos enemigos, los tlaxcaltecas. Como dicta la tradición, envié un escudo, flechas y mantos a los tlaxcaltecas, declarando así un ataque inminente. Luego marchamos por la selva, con nuestros estandartes de jaguar y águila listos para enfrentarse a los estandartes con garzas. Las aves en el follaje de la selva huyeron volando, ansiosas de alejarse de la violencia por venir.


3. Reinado sangriento

Informa Cuauhtémoc, Guerrero Jaguar de Tenochtitlán. Otro presagio. El lago que rodeaba la gran ciudad de Tenochtitlán se elevó hirviendo. Se llenó de espuma hasta desbordarse sobre las casas de la ciudad, llevándose muchas de ellas. Acompañé a nuestras autoridades a conocer a los recién llegados. Viajamos hacia la costa a través de las tierras enemigas, de los tlaxcaltecas. Cuando salimos de la selva, los extraños nos recibieron, aunque siempre mantuvieron cerca sus armas. Les dije que éramos los aztecas, representantes del gran Moctezuma. Su líder dijo que ellos eran los españoles y que él se llamaba Cortés, aunque pareció complacido cuando lo llamamos Quetzalcóatl. A pesar de que sus armaduras y sus animales parecían sacados de otro mundo, no me parecieron dioses realmente. Le entregamos a Cortés regalos del algodón más fino y plumas de aves hermosas, pero pareció más interesado en los adornos de oro. Nos preguntó una y otra vez si había más oro en Tenochtitlán. Hasta este momento, Cortés había avanzado hasta las tierras de Tlaxcala. Hubo una guerra inicial entre Tlaxcala y los españoles. Sin embargo, cuando Cortés oyó hablar del tamaño de Tenochtitlán y el número de nuestros valientes guerreros, sugirió que españoles y tlaxcaltecas unieran sus fuerzas para atacar a los aztecas.


4. La noche triste

Informa Cuauhtémoc, prisionero de Tenochtitlán. No vimos el siguiente presagio, pero lo oímos: la voz de una mujer sollozante, que lloraba en la noche porque no podía ocultar a sus hijos. La indecisión asaltaba a Moctezuma. ¿Este hombre era Quetzalcóatl o era solo un hombre? Mientras meditaba, la ciudad se inquietaba. Cortés vigilaba de cerca al emperador y pronto Moctezuma se volvió un prisionero de su propio palacio. Y así los españoles tomaron Tenochtitlán sin asediarla. Los españoles recogieron todo el oro que encontraron. No tenían interés alguno en nuestro arte o nuestros adornos. Solo fundieron el oro para llevarlo a España. También prohibieron los sacrificios a los dioses. Cuando los sacerdotes protestaron, los mataron. Los ciudadanos y guerreros de Tenochtitlán estaban furiosos. Sabíamos, menos el emperador, que estos hombres no eran dioses. Se desataron disturbios en los mercados y en el palacio. Cuando Moctezuma apareció sobre la muralla pidiéndo a los aztecas que se calmaran, la gente le lanzó piedras. ¡Era hora de expulsar a estos falsos dioses de Tenochtitlán!


5. El lago en ebullición

Informa Cuauhtémoc, emperador de Tenochtitlán. La muerte de Moctezuma solo sirvió para avivar la furia de mi gente. Mi plan era dirigir personalmente el ataque contra los españoles. «Así tiene que ser, Cuauhtémoc», me dijeron los sacerdotes, «ahora tú eres nuestro emperador». Ocupé mi lugar en el trono icpalli y me colocaron el penacho del emperador en la cabeza. Nunca es fácil llevar una corona en la cabeza. Cortés no podía estar muy lejos de Tenochtitlán, pues los españoles cargaban el peso del oro robado. Mientras huían por las costas del lago, mis guerreros los persiguieron en canoas. Envié más guerreros por tierra, pues era obvio que Cortés estaba tratando de huir hasta la seguridad de sus aliados en Tlaxcala. Alcanzamos a los españoles en el lado norte del lago de Texcoco.


6. Lanzas rotas

Informa Cuauhtémoc, emperador de Tenochtitlán. Los españoles regresarían pronto. Tenía la esperanza de que Cortés siguiera huyendo hasta el lugar de donde vino, pero se detuvo para reagruparse en Tlaxcala. Pienso que no podía soportar la idea de regresar a España mientras aún teníamos tesoros de oro escondidos. Ansiosos de oro y gloria, los españoles decidieron llevar a cabo otro ataque a Tenochtitlán. En Tlaxcala, Cortés construyó muchos barcos sobre la tierra. Después ordenó desarmarlos para transportarlos por la selva y reconstruirlos en el lago de Texcoco. Sabe que mis guerreros pueden defender los puentes que llevan a Tenochtitlán, pero somos vulnerables desde el agua. Convoqué a mis guerreros a la batalla final. Los sacerdotes intentaron animarles alegando que los aztecas debían defender a sus dioses ancestrales y a su gloriosa ciudad. Enviaron señales de humo para declarar que estaban listos para la guerra cuando subí los escalones del Gran Templo e hice sonar la caracola. Tenochtitlán volvería a ser asediada pronto.

Pachacútec
Pachacutec Inca Yupanqui, también Pachacuti, soberano inca (1438-1471). Tuvo serias dificultades para acceder al trono, al haber designado su padre, Viracocha, a su hermanastro Urcon como heredero. Es considerado por todas las fuentes como el primero de los grandes soberanos incas, siendo bajo su reinado cuando se establecieron los símbolos del poder de la corona. Fue el principal responsable del engrandecimiento original de la ciudad de Cusco (Cuzco), con sus grandes obras arquitectónicas, y amplió los límites del Imperio hasta tierras muy lejanas. Vencedor de los chancas, entre otros grupos de pueblos, extendió el dominio inca desde el norte del actual Ecuador hasta el centro de lo que hoy en día es Chile y, por el este, hasta la localización de la moderna ciudad de Tucumán (Argentina), siendo el primero en organizar una expedición al lago Titicaca (Bolivia) y derrotar a los lupancas. Su figura como estadista y militar es la más prestigiosa de todos los soberanos incas.

1. Surge una nueva potencia

«¿Conque quieres saber por qué esta región se llama Campo de sangre?». El viejo observó con asombro desde su asiento en la sombra de su cabaña de piedra. Sonrió maliciosamente y continuó: «Probablemente no seas de aquí. Si lo fueras, no habrías preguntando tal cosa». Afirmé asintiendo, pues el viejo tenía razón: era un comerciante del sur. «Es la primera vez que mi camino me lleva a Cuzco, el corazón de imperio inca», le expliqué. «Tienes suerte de poder escoger mi aldea para descansar, mi joven e inculto amigo», me dijo el viejo, levantándose y señalando la entrada de su vivienda. «Debes saber que soy el cuentista más reconocido del todo el valle. Si hay alguien en el mundo que puede explicar por qué el terreno que nos rodea tiene ese siniestro nombre, soy yo», me dijo, mientras me indicaba que entrara a su casa. «Los habitantes de la región admiran nuestro imperio», alardeó, «pero todo lo que ahora está bajo dominio inca tuvo que ser conquistado. ¿Quién sabe? Si no fuera por Huiracocha Inca, todos seguirían siendo simples granjeros como yo. Durante los años previos a su reinado, muchas tribus cercanas fueron conquistadas periódicamente, pero no se colocaron guarniciones ni oficiales incas en ellas. Este patrón de invadir y saquear cambió durante el reinado de Huiracocha. Él establecería autoridad permanente sobre las tribus aledañas».


2. El campo de sangre

Cuando el viejo comenzó su historia, la choza estaba iluminada por la luz del sol. El astro dorado había desaparecido en el horizonte hacía mucho y la luz de las brasas bailando en la oscuridad iluminaba levemente su arrugado rostro. Rellenó su tazón de barro y continuó con su historia. Huiracocha creía que su reinado era sagrado y que la divina providencia lo protegía. Sin embargo, los dioses le dieron la espalda para dar paso a un nuevo favorito: un jefe militar salvaje y joven llamado Anccu Hualloc. ¡Era aclamado por las tribus chanca y reclutó más de 40.000 guerreros con los que marchó en Cuzco!. Los habitantes estaban seguros de que su amado gobernante sería fuerte y sacaría a los invasores. Tristemente, Huiracocha estaba viejo y el miedo infectó su corazón. Junto con Urco, su hijo favorito, huyó y abandonó a su pueblo a su suerte. No todos los hijos de Huiracocha eran tan cobardes como su padre. Cusi Yupanqui rehusó seguir a su viejo padre y tomó el mando de la defensa. Anunció que derrotaría al ejército chanca, pero a los pocos soldados que quedaban en la ciudad no les impresionaban sus valientes palabras, pues no tenía experiencia militar para justificar su declaración. Por fortuna, Vicaquirao y Apo Mayta también se quedaron en Cuzco...


3. Guerra de hermanos

La luna había salido, pero yo no pensaba en dormir. Las palabras del viejo, que no parecía estar cansado, resonaban en mi mente. Cuanto más hablaba sobre Pachacútec, más animado parecía. Te he hablado sobre la gran batalla de Cuzco, continuó, pero debes saber que esta gloriosa victoria no trajo paz a los incas. Al contrario, estalló una guerra civil, ya que el éxito de Pachacútec corroía de envidia a su padre. Huiracocha aún deseaba que su hijo Urco se convirtiera en rey de los incas, aunque todos veían que Pachacútec era más capaz. Después de todo, él fue quien defendió Cuzco, la ciudad sagrada, y Urco huyó a las montañas junto con su padre. A pesar de que Huiracocha había envejecido y poco después murió como un hombre amargado, Urco no pretendía rendirse. Se atrincheró en Calas, una fortaleza en la montaña, y se proclamó Sapa Inca, gobernante supremo. La idea de llegar a un acuerdo con sus hermanos traidores no se le pasó por la mente a Pachacútec. Reunió a sus guerreros y los dirigió a Calas para eliminar a Urco de una vez por todas.


4. La tienda del Halcón

Las historias de Pachacútec y sus seguidores me fascinaban, así que me alegraba cuando mi anfitrión dejaba su taza y continuaba. Su historia aún no había terminado. Pachacútec sabía que los incas nunca vivirían en paz si sus grandes rivales, los chanca, seguían siendo poderosos. Tenía que arreglar cuentas con Anccu Hualloc, quien casi logró conquistar Cuzco. Pachacútec envió a sus tropas al norte a ocupar Huaman Karpa, «La casa del halcón», capital de los chanca. De nuevo ordenó comandar el ejército a Vicaquirao y Apo Mayta, quienes siguieron a su lado durante la guerra civil. Asustados, los chanca comenzaron a organizar su defensa, ya que era su turno de ser cazados. Los vientos habían cambiado.


5. De tal palo, tal astilla

«Aún eres muy joven, amigo mío», indicó el viejo, sonriendo cordialmente, «pero mírame. Algún día, tu cabello será gris como el mío y tus manos también se arrugaran. Los reyes también envejecen, aunque sea el Hijo del Sol». Pachacútec necesitaba un sucesor capaz de mantener el estado que había construido. Había un solo hombre al que consideraba digno: su propio hijo, Topa Yupanqui. Topa Yupanqui parecía haber heredado la destreza militar de su padre. Contaba con el título de Apuquispay, líder de las tropas imperiales. Para probarlo, Pachacútec le entregó a su hijo el mando de la campaña contra el Imperio Chimú. Los chimú no debían ser subestimados. En la costa, construyeron una magnífica ciudad llamada Chan-Chan, cuyo esplendor competía con el de Cuzco. Sistemas masivos de canales suministraban agua fresca a la ciudad y magníficas pirámides adornaban la ciudad. Chimú era bastante rico por la multitud de esclavos que extraían oro de abundantes fuentes. La disciplina de su ejército era digna de leyenda. La gente de Cuzco esperaba ansiosa el resultado de la campaña contra el remoto reino costero. ¿Lograría Topa Yupanqui completar el trabajo de su padre y llevar la expansión de los incas a un final digno?

Tariq Ibn Ziyad
Tariq ibn Ziyad (fl. primera mitad del siglo VIII), caudillo bereber (tal vez persa), comandante de las tropas musulmanas que invadieron la península Ibérica desde el 711. De origen esclavo, pertenecía a la clientela del valí (gobernador) de Ifriqiya (en la actualidad, Tunicia), Musa ibn Nusayr, y desempeñaba el cargo de gobernador de Tingis (Tánger) cuando aquél le ordenó desembarcar en el sur de la península Ibérica. En abril del 711, ya había logrado establecer en el peñón que pasaría a ser conocido como Jabal Tariq (Gibraltar) a 7.000 hombres, la mayoría bereberes, gracias a la ayuda del conde visigodo de Ceuta don Julián. Obtuvo pronto de su señor Musa la ayuda de otros 5.000 bereberes para hacer frente al ejército que envió el rey visigodo Rodrigo contra él. En julio de ese año, derrotó y dio muerte a éste en la batalla de Guadalete. En el 712, tras tomar Toledo, la capital del reino visigodo, se dirigió hacia Guadalajara. En agosto del año siguiente, se reunió en Toledo con Musa ibn Nusayr, quien le recriminó su avance tan al norte. Con él conquistó, en el 714, Zaragoza y, en solitario, hizo lo propio con León y Astorga. Ambos regresaron a Damasco en septiembre de ese año para rendir cuentas al califa.

1. La batalla de Guadalete

711 d.C.: año 89 de la Hégira... Comienzo mi relato con una espiral de viento y arena que obliga a hombres y caballos a buscar refugio. Entre la agitación sobresalen las cabezas de los camellos, siempre imperturbables. Nuestro pueblo vive a caballo, aunque contamos con el incansable camello. Muchos han intentado adueñarse de nuestras tierras, pero los bereberes seguimos fuertes y fieles a nuestra voluntad. A pesar de ser fuertes, rara vez nos aventuramos fuera de nuestras tierras con objetivos de conquista. Eso está a punto de cambiar. Tariq ibn Ziyad ha sembrado la idea de ambición entre nuestros guerreros y pastores, y ahora nos preparamos para la guerra. Tariq no es un hombre ordinario. Ascendió hasta ser general desde esclavo libertado. Su fuerza, carisma y don de gentes le permitieron ser un bereber más. Miles van bajo su estandarte, incluso quienes se oponían a viajar más allá del mar, abordando con entusiasmo los barcos con rumbo a Iberia. ¡Que Alá sea testigo! Contaré al pie de la letra los sucesos venideros, para bien o para mal.


2. Subyugación y consolidación

712 d.C.: año 90 de la Hégira... Los estandartes ondean en el viento y las lanzas de nuestros jinetes resplandecen bajo el sol. Suena una trompeta cuando nuestra vanguardia llega a un promontorio sobre una majestuosa ciudad. Llegamos a Toledo, capital del reino visigodo. No logro creer la belleza que ven mis ojos... una ciudad digna de reyes. Tariq está decidido a conquistarla rápidamente para evitar que las ciudades vecinas tengan tiempo de reaccionar. El corazón del territorio visigodo será difícil de subyugar. Además de Toledo, nos quedan las ciudades de Sevilla, Mérida, Talavera y Guadalajara. La mayoría se remonta a la época en que los romanos aún controlaban la región. Pero no estamos solos: el antiguo maestro de Tariq, Musa ibn Nusair, ha llegado al sur con un gran ejército. Si conquistamos Toledo y resistimos hasta que lleguen sus soldados, ¡aplastaremos a los visigodos con un ataque desde dos frentes!


3. Subyugación y consolidación

713 d.C.: año 91 de la Hégira... El encuentro de Tariq y Musa me causó cierto asombro. El respeto mutuo es evidente, pero entre ambos se respira un aire de competencia y rivalidad... El califa ordenó a Tariq y a Musa volver a Damasco, pero ellos se negaron a que se les arrebatara la gloria. Dividieron su ejército, Tariq atacaría el norte, y Musa se centraría en Zaragoza. Al reconocer nuestro poder, un señor visigodo de la región, Teodomiro de Murcia, decidió apoyarnos. Con su fuerte ejército y próspera economía, Murcia será una valiosa aliada. Por desgracia, se ha sumado un peligroso enemigo, Pelayo de Asturias, un noble visigodo que ha transformado a una pobre resistencia en un formidable adversario. Reúne un gran ejército en tierras asturianas y está listo para atacar. Si sorteamos la tormenta que está por venir, ¡con la bendición de Alá conquistaremos todos los territorios hasta la Septimania!


4. Cruce de los Pirineos

732 d.C.: año 110 de la Hégira... Nuestro pueblo por fin ha encontrado a otro gran líder a quien seguir: Abderramán al-Gafiqi, que busca venganza por la derrota de nuestro ejército a manos de los francos, hace más de diez años. Prepara a nuestros hombres para una nueva campaña. Criado en el campo de batalla, Al-Gafiqi conoce bien todas las facetas de la guerra. Tras enfrentarse a visigodos, asturianos y francos, su última hazaña fue contener una rebelión en Cataluña, iniciada por el gobernador bereber. Para llegar a la tierra de los francos, primero tendremos que sortear los Pirineos. Y para iniciar la campaña en primavera, debemos emprender este peligroso recorrido durante el gélido invierno. El terreno escabroso dificulta el avance de los ejércitos y nuestros enemigos buscarán obstaculizar nuestro paso. Muchos no sobrevivirán la travesía. Envejezco, pero participaré en la travesía por las gélidas montañas para ser testigo de un año más de conquistas.


5. Algaras

732 d.C.: año 110 de la Hégira. Hace un mes que cruzamos los Pirineos... Nuestro ejército marcha hacia el corazón de Aquitania, explorando la región a medida que avanzamos. Abundan los bosques y llanuras. Acampamos cerca del cruce de un río. El ejército franco es poderoso, pero en campo abierto, su caballería no es rival. En las batallas que nos depara el destino, será indispensable aprovechar nuestra movilidad. Al-Gafiqi no puede permitirse errores. Tiene cuentas que saldar con el conde franco Odón de Aquitania, el líder militar que destrozó al ejército Omeya en Tolosa hace diez años. Ahora, estos dos gigantes vuelven a verse las caras. Los territorios francos están divididos entre sí y no son rival para el organizado Califato Omeya. Si conquistamos la ciudad de Burdeos, la región se hundirá en el caos y podremos lanzarnos sobre el ejército franco, como un gato sobre un ratón. Será la gran razia, la mayor incursión de nuestra era. Esperemos estar a la altura de semejante desafío.

Sundiata
Sundiata Keita o Mari Diata, fundador y gobernante del Imperio de Mali en África Occidental. Sundiata fue hijo de Naré Fa Maghan, regente de Kangaba, pequeño estado situado en un afluente del río Níger superior. El motivo de que Sundiata abandonara Kangaba es incierto: pudo haber sido el exilio voluntario para evitar a un medio hermano celoso, o pudo haber sido exiliado por Sumanguru Kanté, rey de Sosso, que asesinó al padre de Sundiata y se hizo con el control de su reino. Sundiata respondió a las demandas de su pueblo para que volviera a Kangaba y les ayudara a recobrar la independencia. Reunió a una coalición de jefes malinké y en 1235 les llevó a la victoria en la batalla de Kirina. Según la tradición popular, Sundiata triunfó porque era un mago más fuerte que su oponente, Sumanguru. Esta victoria marcó el comienzo del Imperio de Mali.

Tras derrotar a los sosso, Sundiata consolidó su autoridad entre el pueblo malinké y estableció una fuerte monarquía centralizada. Según Ibn Jaldún, historiador norteafricano del siglo XIV, Sundiata gobernó Mali durante 25 años. Expandió el estado incorporando el reino de Ghana y los yacimientos de oro de África occidental. La capital de Sundiata se encontraba probablemente en Niani, que se encontraba en su región de origen. Mali consiguió un gran desarrollo económico, controlando las rutas comerciales y las minas de oro de la región. Aunque era musulmán, Sundiata dejó que el pueblo practicara sus propias religiones. Cuando Sundiata murió, su hijo Uli se convirtió en mansa, o rey, de Mali. El pueblo malinké de África occidental sigue considerando a Sundiata héroe nacional.

1. Tullido y perseguido

¿Me preguntas si he oído la epopeya de Sundiata, el fundador del imperio de Malí? ¡Ja, ja! No soy un narrador común y corriente. Soy Kouyaté, griot e historiador de la familia real. Te hablaré sobre un gran hombre, el rey Sundiata. Es hijo de la segunda esposa del rey del pueblo mandinga. Durante sus primeros años de vida, no pudo ponerse en pie. Un herrero le hizo un bastón de hierro para que pudiera apoyarse, pero ni así el joven lograba mantenerse erguido. Hasta que un día, Sundiata cogió una rama del baobab sagrado y, milagrosamente, dio sus primeros pasos. Pero la primera esposa del rey sentía celos; no sabía por qué ese minusválido, hijo de una segunda esposa, tendría derecho al trono antes que su propio hijo. Cuando el rey murió, exilió a Sundiata y a su madre. La madre y el niño huyeron lejos, pero cada reino al que llegaban temía a los mandinga y no los aceptaban. Los únicos que no temían a los mandinga eran los mema, un pueblo de orgullosos guerreros al sur del reino. Con ellos, Sundiata aprendió a cazar y luchar. Logró superar su discapacidad física, ¡y se volvió tan fuerte y feroz como un león! Al tiempo, estaría listo para reclamar su legítimo puesto en el trono. Sin embargo, cuando llegó encontró la capital mandinga envuelta en llamas.


2. ¿La naturaleza del escorpión?

Sumanguru era un cruel tirano y hechicero que invocaba poderosos espíritus. Según decían, poseía un balafón mágico cuya música le garantizaba la victoria. Tuviese o no poderes mágicos, Sumanguru destacaba por su ambición de conquistar el antiguo imperio de Ghana, un reino próspero y sofisticado perdido en medio del desierto. Sundiata sabía que retar a semejante líder sería complicado. Los sosso se habían aliado con otras tribus al norte: los jolof, diafanu y otros beneficiados por el control que los sosso tenían de las rutas comerciales del Sahara. Nadie se había atrevido a rebelarse contra estos gigantes de la región. Sundiata contaba con una ventaja: aún lo recordaban como al niño inválido de origen mandinga. Mientras los sosso continuaran teniendo esa imagen suya, pasaría desapercibido y formaría su propio ejército. Para convencer a todo mundo sobre su milagrosa transformación de príncipe inválido a temible guerrero, tomó la rama de baobab de su infancia e inició un largo viaje. Iba de un reino a otro, ganándose el apoyo de los pueblos, con la esperanza de algún día recuperar sus tierras de las garras de Sumanguru.


3. El oro de Yenné

Entonces, un mercader árabe de más allá del Sahara le habló a Sundiata sobre los enormes yacimientos de oro de las tierras de Sumanguru. Pero Sumanguru no dejaba que los mercaderes se acercasen a tales riquezas. El tirano les dio a sus aliados el control del oro y la sal, dejando a los mercaderes a su fortuna. El comercio era la sangre que corría por las venas de los reinos. Y si la sangre no circula por el cuerpo, este se marchita. Sundiata reflexionó sobre las palabras del mercader. Al día siguiente, convocó a un grupo de saqueadores. Su plan consistía en desangrar al imperio de Sumanguru, como se hace con la presa después de la caza.


4. Mar de sangre a la orilla del río

Las bestias son más peligrosas al sentirse acorraladas, como ocurrió con Sumanguru. Movilizó a sus hombres hacia el sur, al corazón de las tierras de los mandinga, donde años atrás había masacrado a la familia de Sundiata. Según contaban, llevaba consigo su mítico balafón y muchos griots ya cantaban sobre la victoria del hechicero, incluso antes de que iniciara la batalla. Sundiata se reunió con él en el río Níger, en un lugar llamado Kirina. Largas filas de guerreros sosso y jolof hacían resonar sus escudos y sonreían para intimidar a la coalición de Sundiata. La nube de polvo que levantaban los caballos y camellos ocultaba el sol de medio día. Sumanguru se apresuró a ocupar el terreno bajo el sol; Sundiata lo observaba al otro lado del paraje. Cuando ambos ejércitos se aprestaban para lanzarse a la carga, sonó la música de un balafón. Se acercaba el momento decisivo y todo el oeste africano ansiaba conocer al vencedor.


5. El cubil del león

Malí dominaba el territorio a ambos lados del río Níger. Mansa Sundiata reinó desde las minas de oro en Bambuk hasta la ciudad de Gao. Pero hacía falta algo más para estabilizar el imperio. Sumanguru había logrado huir a su fortaleza en Koumbi Saleh y continuaba sembrando el caos. Mientras viviera, seguiría siendo una amenaza para la paz del reino. Sundiata reunió de nuevo a sus tropas y comenzó un largo asedio sobre la poderosa capital sosso, anterior sede del trono del imperio de Ghana. Sundiata buscaría una victoria definitiva.

Francisco de Almeida
Francisco de Almeida (1450-c. 1510), militar portugués. Se distinguió por vez primera en la conquista de Granada que en 1492 llevaron a cabo los Reyes Católicos. En 1505 Manuel I el Afortunado, rey de Portugal, le nombró primer virrey de la India portuguesa, donde luchó por excluir a los musulmanes y venecianos del comercio con Oriente. En 1507 destrozó el puerto musulmán de Goa y otros puertos en la costa de la India, y destruyó por completo la flota musulmana de la isla de Diu (India). Murió en una batalla contra los khoikhoi (hotentotes) en el cabo Saldanha (Sudáfrica), y fue enterrado donde hoy se encuentra Ciudad de El Cabo.

1. El viejo mundo

Mi capitán ha muerto. Avisad al rey que la sangre de Francisco de Almeida, conquistador de las Indias, tiñe de rojo una blanca playa en el borde de su imperio. Tras derrotar a caballeros españoles, jinetes bereberes y elefantes indios, fue por la fe perdida de un rey en su siervo más devoto, por lo que perdió la vida. ¡Burdas mentiras las que llegan a oídos de nuestro rey! Lo acusan de estar ebrio de poder, riqueza y gloria. ¡Chacales que jamás han un puesto pie en una carabela sacudida por el monzón o sentido el sofocante sol africano mordiéndoles la piel! ¿No debería medirse la devoción de mi capitán en la sangre y sudor que dejó en tres continentes y tres océanos? Yo era niño cuando don Francisco se hizo leyenda en la batalla de Toro. Mientras los últimos moros aún controlaban Granada, los reinos cristianos de Iberia luchaban por el trono de Castilla. El rey Enrique había muerto, dejando el reino a su hija Juana, esposa del rey Alfonso de Portugal. La unión de ambas tierras se vitoreó en nuestro país, pero las ambiciones de una reina eran distintas... La tía de la reina Juana, Isabel, de 25 años de edad, ansiaba la corona para sí misma. Su influyente marido, el rey de Aragón, llevó a su ejército hasta Castilla para tomar el trono para su mujer y así unir ambos reinos. Los ejércitos de Aragón y Portugal se encontraron cerca de Toro para decidir el futuro de tres reinos…


2. África, puerta a la expansión

Empecé mi viaje con don Francisco hace dos décadas en Marruecos. 13 años después de la batalla de Toro, el guerrero quejumbroso se había convertido en consejero de confianza del rey Juan. Pero la vida en la corte no era para mi capitán. Convenció al rey de que lo enviara a África para combatir contra los moros. El rey Alfonso había conquistado Tánger antes de la guerra con Aragón, pero su control en el África musulmana era débil. Los piratas bereberes amenazaban la costa y las tribus aparecían de los desiertos para lanzar incursiones. Contra tales depredadores se erigía un frágil bastión cristiano en una isla sobre el río Lucus. La guarnición estaba al mando de un soldado llamado Alfonso de Albuquerque, cuya senda se cruzaría de nuevo con la nuestra. Mi capitán zarpó para tomar el control de aquella guarnición y reafirmar el control sobre Tánger. No sería la última vez que don Francisco llevara la bandera de Portugal hasta los confines peligrosos del mundo cristiano.


3. Ruinas de un imperio, cimientos de otro

Hace cinco años que me embarqué con don Francisco hacia las Indias. La corte portuguesa quedó sorprendida cuando el joven rey Manuel lo nombró virrey de la India: don Francisco era un arduo defensor del rey Juan, primo fallecido del rey recientemente coronado, pero los Almeida se habían mostrado a favor de un reclamo rival al trono. Las intenciones del rey eran motivo de todo tipo de rumores. Navegamos muchos meses por los confines del mundo, azotados por piratas, tormentas y enfermedades. Pero cuando nuestros barcos pasaron el cabo sur de África, vimos los primeros brillos de las riquezas de oriente. Tres grandes ciudadelas protegían las lucrativas aguas de la costa suajili, donde se comerciaba con marfil, oro, especias y joyas desde el corazón de África hasta los confines de China. Agotado por el viaje, don Francisco buscó comercio y refugio en la primera de las ciudadelas, pero su testaruda gobernante, una usurpadora que había matado al legítimo sultán, nos cerró las puertas con arrogancia. Tras encontrar a un príncipe exiliado vinculado al ejército rebelde, mi capitán creó un plan para tomar la costa suajili a fuego y acero.


4. Estado de las Indias

Tras meses en el mar, alcanzamos nuestro objetivo: la rica costa de Malabar, tierra de mil dioses y paraíso de especias, oro y plata. Tendimos nuestros puestos comerciales en las ciudades de Cochín y Cananor, en las salobres lagunas de la región de Kerala, entre templos de exóticos dioses serpiente. Desde aquellas ciudades mi capitán y su hijo Lorenzo manipularon hábilmente a los rajás y sultanes enfrentados. Realizaron maniobras políticas entre las especias y la fe, siempre atentos al resultado más provechoso. Sin embargo, un príncipe hindú nos retó. Este gobernante sin nombre de Calcuta, conocido solo por su título de “zamorín”, amenazaba con deshacer los pactos y rivalidades que beneficiaban a Portugal. Con la espada y su hábil lengua, dejando de lado cualquier diferencia étnica o religiosa, forjó alianzas con rajás, sultanes y líderes de tierras lejanas como Egipto y Venecia. Incluso nuestros aliados indios cayeron en sus intrigas. El zaíno rajá Kolathiri, príncipe de Cananor, nos traicionó a cambio del oro que le prometió el zamorín. En un dramático giro de la fortuna, nos encontrábamos rodeados de enemigos.


5. Por la sangre de un hijo

Habíamos tomado el otro lado del mundo, pero los viejos enemigos nos alcanzaron. Cuando el zamorín redobló sus tambores, otomanos y egipcios se unieron a él. Los barcos fueron transportados por el desierto y reconstruidos por los viles venecianos. En India, un ruso llamado Malik Ayyaz movilizó las huestes musulmanas de Gujarat en defensa del zamorín hindú. El oro era ciertamente más poderoso que Dios. Mientras esta coalición de hindúes, musulmanes y cristianos venía a nuestro encuentro, chacales y embusteros llenaban la corte del rey Manuel. Le susurraban que don Francisco había traicionado a Portugal y lo convencieron de que enviara una flota liderada por Alfonso de Albuquerque para reemplazar a mi capitán como virrey. Mas don Francisco no estaba de humor para política. La tragedia sobrevino cerca de la costa de Chaul. Lorenzo, el amado hijo de mi capitán, fue muerto en una heroica batalla naval a manos de Amir Husain, almirante de la flota mameluca de Egipto. Don Francisco amaba a su hijo, pero no derramó lágrimas por él. A cambio, juró venganza.

Judith / Gudit
Judith / Gudit fue una reina semi-legendaria, no-cristiana, Beta Israel que asoló a Axum1 y sus alrededores alrededor del año 960, e intentó exterminar a los miembros de la familia real axumita,​ dando posteriormente paso a través de sus descendientes a la Dinastía Zagüe, considerada la Edad Oscura de la Historia Etíope, y de la cual su primer rey fue su primo Mara Takla Haymanot.​

1. Camino del exilio

Aksum, corazón de nuestro imperio y cuna de la civilización etíope. Sin embargo, cada vez que paramos aquí a vender mercancías, la ciudad parece menos majestuosa. Cada vez más techos necesitan reparaciones, hay menos puestos abiertos y hasta se oyen menos a los vendedores ambulantes. Mi hijo aún no se da cuenta de estas cosas, claro. Desde que llegamos a la ciudad, observa con admiración cada rincón. Es un paisaje impactante para un crío de las montañas del norte. Cuando pasamos delante de iglesia, se fijó en unas cortinas doradas. «¿Habías visto algo tan hermoso, padre? ¿Por qué nadie lo protege? ¿No temen a los ladrones?». Se me escapó una sonrisa. «¿Por qué cuidar con guardias lo que ni la reina osaría llevarse?». Mi hijo frunció el ceño. Al parecer aún no conocía la historia de su gobernante. \"Hace cuarenta años, cuando la reina Gudit era princesa, descubrió la razón por la que esas cortinas nunca necesitarían guardias... Gudit era muy hermosa. Todos los señores del imperio competían por su mano, para enfado de su sobrino Gidaján, heredero al trono. Por ello, este elaboró un plan para deshacerse de ella. De noche, robó las cortinas de oro y las escondió en el cuarto de Gudit. Cuando los guardias del palacio descubrieron el tesoro, la encerraron en el peor calabozo. Por fortuna, algunos se negaron a creer las acusaciones. Samuel, un leal capitán, le ayudó a escapar por un túnel secreto.


2. El compañero indicado

Aunque llegamos ya tarde, el mercado de Aksum seguía lleno de gente. Los vendedores anunciaban sus mercancías a todo pulmón, desde seda del Lejano Oriente, hasta resina de olíbano de Arabia, brazaletes de fino cristal egipcio y nuestro propio marfil etíope. Cansados de recorrer puestos, reposamos junto a un muro cerca de una tienda. Daniel dijo: «¿Podrías contarme el resto de la historia de Gudit, padre?». A pesar de mi cansancio, decidí contentarle. Gudit viajó hacia el norte durante muchos años, buscando quien pudiera ayudarle a cobrar venganza por la humillación que había sufrido a manos de Gidaján. Un día, mientras preparaba su campamento cerca de Egipto, la princesa oyó un rumor que quizá le presentaría la oportunidad que tanto anhelaba. El príncipe sirio Zanobis viajaba por la región en busca de la mujer adecuada. ¿Cómo podría una princesa exiliada convencer a un hombre tan poderoso?


3. Una corona sin dueño

Nuestra visita comercial a Aksum fue exitosa. Logré vender todo el grano y con eso compré botellas de vino, aceite de oliva y especias. Estos productos se venden a buen precio en casa. Aparté la mirada de las cuentas y me froté los ojos, cansados de leer a la luz de una sola vela.«¿Todo bien con los camellos?», dije a modo de saludo. Mi muchacho asintió. Le ofrecí un poco de té y añadí: «Te contaré un poco más sobre Gudit antes de regresar». Tras casarse con el príncipe Zanobis, Gudit tuvo que esperar a poder vengarse. Su marido tenía que convertirse en rey y reunir un gran ejército para derrotar al poderoso Imperio aksumita. Habían pasado cinco años desde el ascenso de Zanobis al trono, cuando Gudit se enteró de que el rey aksumita, Dagnaján, planeaba dirigir una expedición militar hacia el este. Si enviaba una fuerza para emboscarlo y matarlo, el imperio aksumita quedaría muy mermado.


4. Estelas rotas

Ya al otro lado de la puerta norte, los camellos gruñían irritados, anticipando el largo viaje que les esperaba rumbo a las altas montañas de Etiopía. Los gritos y los látigos azuzaban a las bestias para que tirasen de la caravana. Al ocupar mi lugar junto a mi hijo, el sol comenzaba a salir. Poco después, pasamos por un campo de rocas gigantes. Algunas se erguían hacia el cielo, aunque la mayoría parecía haber sufrido derrumbes, con escombros aún visibles por doquier. Con la mirada en una estela alta, Daniel preguntó: «Padre, al entrar a la ciudad me dijiste que estas piedras son las tumbas de reyes antiguos. ¿Dagnaján también está aquí?». Negué con la cabeza: «No, hijo. Esos reyes murieron hace mucho, y el cuerpo de Dagnaján no se recuperó nunca». Sus dos hijos estaban muy ocupados matándose. Con el Imperio aksumita hundido en una guerra civil, Gudit ordenó construir una flota. Una fuerza invasora cruzaría el Mar Rojo y atacaría decisivamente Massawa, el puerto más importante del imperio.


5. Bienvenida a casa

Tras un largo recorrido, la caravana se detuvo sobre una colina. Unos mercaderes se reunían en torno a las fogatas, compartiendo botas de vino mientras asaban una cabra. Otros ya armaban sus tiendas. Aquí arriba, las noches eran heladas. Cuando terminó de comer, Daniel preguntó: «Padre, ¿ya puedes contarme cómo es que Gudit llegó a ser reina de Aksum?». En ese momento, Tariku, un viejo mercader canoso, se puso de pie y, mirando a mi hijo con su único ojo, intervino: «¿Así que quieres saber de nuestra reina, muchacho?». «Tariku luchó contra las tropas de Gudit en Aksum», le susurré a mi hijo. Daniel solo asintió. «Hace treinta años», continuó el anciano, muy solemne, «yo patrullaba las colinas de Aksum cuando, de la nada, aparecieron estandartes en la distancia. El sol se reflejaba en las armaduras de los hombres. Gudit por fin había destruido la cuna de la civilización etíope. Temblé, pues su furia era legendaria...».

Saladino
Saladino I (1138-1193), sultán de Egipto (1171-1193) y de Siria (1174-1193), que reconquistó Jerusalén de manos de los cruzados. Tras la muerte de Nur al-Din en 1174, Saladino expandió su poder a Siria y al norte de Mesopotamia, principalmente a expensas de sus rivales musulmanes. Después de la rendición de Damasco (1174), Alepo (1183) y Mosul (1186), numerosos ejércitos musulmanes, aliados bajo el mando de Saladino, estaban preparados para combatir a los cruzados. En 1187 invadió el reino latino de Jerusalén, derrotó a los cristianos en Hittin (Galilea) el 4 de julio, y capturó Jerusalén en octubre. En 1189 las naciones de Europa occidental lanzaron la tercera Cruzada para recuperar la ciudad santa.

1. Un caballero de Arabia

Egipto. Un mes tras mi llegada a Tierra Santa… En tierras extranjeras, a punto de morir. Recorrí el desierto cuatro noches antes de que me encontraran los arqueros a caballo. Había dejado mi montura a merced de los buitres y mi armadura bajo el calor. Era un caballero, pero no una amenaza. Pensé que eran turcos que habían venido a jugar con su presa. Mas cuando logré distinguir el espejismo de los jinetes, vi que eran sarracenos, los señores del Oriente Medio. Había cabalgado hacia Tierra Santa en compañía de los cruzados de Francia y Normandía, lo que me hacía de pleno derecho su enemigo. Sin embargo, me dieron agua, un caballo y me llevaron con su líder. Y así conocí a Saladino. Las pinturas europeas lo muestran bárbaro y demoniaco. Pero es más cortés que ningún caballero y prefiere los palacios de Damasco a masacrar normandos en el desierto. No contaba con recibir hospitalidad de los sarracenos. Los normandos ejecutamos a cualquier árabe armado que capturemos. En cambio, Saladino me dejó explorar su campamento. Quizá quiere un observador objetivo que atestigüe la carnicería incipiente. El ejército de Saladino se dirige al sur para reforzar El Cairo. Egipto es tentador para los cruzados por su riqueza, aunque sea gobernada por un inútil. Antes de mi captura, yo mismo pretendía reunirme con los cruzados para asaltar la ciudad. Es una amarga ironía que atestigüe ahora la batalla desde el campo contrario. Fue así que me encontré a menos de treinta leguas del Mar Muerto, en compañía de mis enemigos.


2. Señor de Arabia

La Ciudad Santa de Medina. Año quince de mi captura…Me consagro con fatiga a llenar estos volúmenes. Saladino apenas los lee. Habla de acontecimientos más importantes por venir. Las fronteras políticas de este desierto infinito han cambiado por las tres cruzadas. En Tierra Santa ahora existen cuatro estados cruzados. Tras la victoria sarracena en Egipto, los líderes cruzados vieron que Saladino les debe preocupar, así que rápidamente sugirieron un acuerdo. Tenía la esperanza de que, con la paz tan inminente, me regresarían con mi propia gente. Sin embargo, el acuerdo ya se rompió. No fue un sarraceno, sino un cruzado, quien faltó a su palabra. Reinaldo de Châtillon, un malvado caballero franco, incursionó en territorio árabe desobediendo el pacto. Ataca caravanas mercantes y sus piratas amenazan las ciudades sagradas sarracenas de Medina y La Meca. Saladino, furioso, ha jurado matar a Reinaldo con sus propias manos.


3. Los cuernos de Hattin

Galilea. Año veinte de mi captura… Anoche entramos en una tormenta de arena. Nadie se atrevía a abrir la boca. Nos aferramos a las monturas mientras las olas de arena se alzaban y caían sobre nosotros. Los sarracenos han perseguido a un contingente grande de europeos desierto a dentro. Los cruzados llevaban una reliquia: un pedazo de la Vera Cruz. Capturarla afectará gravemente la moral de los enemigos cristianos de Saladino. Pregunté a Saladino qué hacíamos tan lejos de la civilización y el agua. Dijo: «Daremos muerte roja al enemigo de ojos azules». El enorme ejército de cruzados se ha detenido para defenderse bajo dos montes llamados los Cuernos de Hattin. En ellos solo hay una fuente de agua, controlada por Saladino. De noche, los sarracenos cabalgan y tiran enormes cantidades de agua ante los ojos de los europeos, que enloquecen de sed. Es una crueldad digna.. de un cruzado.


4. El asedio de Jerusalén

Jerusalén. Ya llevo veinte años con los sarracenos… El objetivo de Saladino es Jerusalén. Esta gran ciudad antigua es sagrada para el cristianismo, el judaísmo y el islam, y es de facto la capital de Tierra Santa. Si alguien gana este conflicto interminable, será quien controle Jerusalén. Para complicar aún más las cosas, Saladino está decidido a no dañar la ciudad. Si tan solo un recinto sagrado es dañado, el pueblo no lo verá como un liberador, sino como un conquistador más.


5. ¡Yihad!

Tiberíades. Veinte años y medio de matanzas… Estamos lejos del océano. Los sarracenos interpretan el olor a sal y el ruido de aves marinas como señales divinas. Junto a la tienda de Saladino, veo la masacre de lejos. Los arqueros montados sarracenos barren a otra turba desorganizada de soldados europeos. De las grandes naciones cruzadas no quedan más que ciudades-estado. Solo Tiberíades, Tiro y Ascalón siguen en sus manos. No obstante, estas tres ciudades están bien fortificadas y aguantarían cualquier asedio. Saladino tiene muchas victorias en desierto abierto, pero los castillos de los cruzados no tienen igual. Si vence ahora, Tierra Santa volverá a manos sarracenas. Un fracaso, en cambio, traerá más años de masacre.


6. El león y el demonio

La ciudad de Acre. Hace casi veintiún años que cabalgo con Saladino. Cuando se supo en Europa de la victoria sarracena en Jerusalén, se organizó otra cruzada. Los reyes de las tres naciones europeas más poderosas, Inglaterra, Francia y el Sacro Imperio Romano, embarcaron hacia Tierra Santa con miles de tropas. Saladino sabe que su oponente más formidable es Ricardo Corazón de León de Inglaterra, estratega brillante que aprendió el arte de la guerra contra su propio padre. Construye fortalezas colosales y siempre lucha en el frente: es el ideal del guerrero heroico. El ejército de Ricardo desembarcó cerca de Acre. Gran parte del ejército de Saladino está atrapado en la ciudad, mientras dos lanzapiedras ingleses azotan sus muros. Si Ricardo nos derrota, marchará hacia Jerusalén sin resistencia. Saladino sabe que este es el momento cúspide de la yihad. Todos los estados cruzados han caído. Si los sarracenos conservan Acre, los europeos tendrán que retirarse. Si Acre cae, la vieja pesadilla de interminables guerras, incursiones y ataques comenzará de nuevo. Todas las victorias de Saladino serán en vano.

Batallas históricas
Ciertos nombres permanecen en la historia como hombres y mujeres que forjaron el mundo. Algunos defendían sus tierras de los invasores y otros aprovecharon su supremacía militar para apropiarse violentamente de las tierras de otros. Las batallas de Agincourt, Bapheus y Hastings se recordarán siempre como momentos cruciales de la historia mundial, y nombres como Enrique V, Minamoto y Osmán permanecerán en la memoria como grandes conquistadores.

1. York

Los ingleses pensaron que las incursiones vikingas morirían con Ragnar Lothbrok. ¡Necios! Bajo el liderazgo de los Ragnarsson, los barcos vikingos siguen navegando hacia Inglaterra, pero ahora no vienen como meros saqueadores, sino como conquistadores. ¡Desata la ira del gran ejército pagano sobre las islas británicas!


2. Hastings

1066: el año que cambió Inglaterra para siempre. Con Guillermo el Bastardo, navega desde Normandía para conquistar Inglaterra y la historia te recordará para siempre como Guillermo el Conquistador.


3. Tours

Los ejércitos sarracenos y berebere conquistaron rápidamente España y ahora marchan hacia el norte, a la tierra de los francos. Conduce a los guerreros francos en una defensa desesperada de tu hogar con Carlos Martel, «el Martillo».


4. Dos Pilas

Desde tiempos inmemoriales, Yucatán ha sido dominado por dos de sus mayores ciudades estado: Tikal y Calakmul. Una nueva contendiente, Dos Pilas, lucha por romper la hegemonía de los dos rivales. Toma el control de esta joven ciudad-estado y llévala a la supremacía.


5. Agincourt

La campaña de Enrique V para reclamar la corona francesa ha fracasado y ahora debe retirarse a su hogar en Inglaterra. Sin embargo, un enorme ejército francés se está reuniendo y no le permitirán el paso a Enrique sin presentar batalla.


6. Vinlandsaga

Los marinos aventureros cuentan historias sobre tierras fértiles y muy lejanas hacia el oeste. Solo los marineros más osados podrían enfrentarse a los peligros de un viaje de esa envergadura. Hazte a la mar con Erik el Rojo y enfréntate al desafío. ¡Te espera un nuevo mundo!


7. Lepanto

En un último intento de detener la rápida expansión del Imperio Otomano, varios estados cristianos formaron la Liga Santa. Cerca de un lugar llamado Lepanto, la flota de la coalición combatirá contra la feroz armada turca para evitar que el sur de Europa caiga en manos turcas.


8. Bujará

Durante décadas, los hunos blancos han atormentado a Persia con incursiones y exigiendo tributos exorbitantes. Un nuevo sha llamado Khosrau busca librarse del yugo huno y restaurar la antigua gloria del Imperio sasánida. ¿Serán sus poderosos elefantes de guerra y savaranos dignos oponentes para los jinetes nómadas?


9. Manzikert

Los turcos selyúcidas emergieron de la estepa como un torbellino, conquistando los reinos musulmanes del este. Ahora, los feroces jinetes turcos se enfrentan contra los orgullosos bizantinos cerca de la ciudadela de Manzikert


10. Bafea

El una vez temido sultanato de Rum decae rápidamente, dejando Anatolia fragmentada y débil. Osmán el Quebrantahuesos, un bey de voluntad fuerte, espera unir a los turcos una vez más y forjar un imperio con la fuerza suficiente para desafiar a los astutos bizantinos


11. Chipre

¡La tercera cruzada está en curso! Ricardo Corazón de León, Rey de Inglaterra, decidió viajar a Tierra Santa por mar, pero una tormenta dispersó su flota cerca de las costas de Chipre.


12. Kurikara

El clan Taira forzó la abdicación del emperador legítimo y ahora gobierna Japón a través de una marioneta. Cuando los Taira amenazan la fortaleza Minamoto en Kurikara, Minamoto no Yoritomo despliega sus estandartes en un esfuerzo desesperado por levantar el asedio. Dirige a sus fuerzas hacia la victoria en el campo de batalla y enfréntate a los imitadores de Taira en Kioto.


13. Kioto

En el tenso periodo Sengoku, los poderosos daimyos luchan en sangrientos conflictos en las islas japonesas. El ambicioso Oda Nobunaga quería terminar con el caos, pero ha sido traicionado y acorralado por sus enemigos en Kioto. Con Toyotomi Hideyoshi, rescata a tu amo y ayúdale a completar esta tarea monumental


14. Noryang

Los samuráis japoneses atacan incesantemente Corea, cuyos defensores parecen tener pocas opciones contra guerreros tan curtidos. Sin embargo, el ingenioso Yi Sun-shin decide repeler a los invasores y aplastar a la armada japonesa con una nueva arma mortal.


15. Honfoglalás

Empujados hacia el oeste, hacia Europa, por las tribus rivales, los magiares llegaron a la rica llanura panónica. Allí encontraron pastizales para sus caballos y, con el tiempo, el hogar para un nuevo estado húngaro.

Eduardo el Zanquilargo
Eduardo el Zanquilargo, un resentido rehén de los barones rebeldes, promete recuperar su derecho de nacimiento y conducir a una Inglaterra fragmentada a alturas sin precedentes de prestigio y fortaleza. Los métodos despiadados de este astuto comandante y político son eficaces pero amorales. ¡Síguelo mientras su sed de poder y gloria lo conducen por Inglaterra, Gales, Escocia, e incluso en una cruzada!

1. Ambición vana

Toda realeza está condenada a que se la compare con sus antepasados. Mi ilustre padre erigió un reino en su juventud; ahora apenas puedo conservarlo en la mía.Oigo los murmullos de la nobleza en la corte. Dicen que podré ser el rey de Inglaterra por nacimiento, pero que nunca lo seré por mérito. Que yo, Eduardo II, no soy digno de llevar el nombre de mi padre... ¿Cuánto tiempo pasará hasta que los susurros se conviertan en gritos de rebelión? Mi corazón se estremece cuando visito su tumba en la abadía. El miedo me atormenta y me desgarra el alma como si de un demonio se tratase. Temo demostrarles que tienen razón, y deshonrar el legado de esta familia, como ya hizo mi abuelo... Aun así, no debo rendirme. Estudiaré el reinado de mi padre con la esperanza de que me infunda su fuerza; la fortaleza que me falta. Durante su juventud, mi padre Eduardo observó con disgusto la incompetencia de su padre Enrique, que llevó a Inglaterra al borde de la ruina. Cuando sus súbditos no pudieron aguantar más su funesto reinado, el barón Simón de Montfort derrocó a Enrique y su reino acabó en desgracia.


2. Un hombre de Dios

Despiadado y astuto, Eduardo no siempre acató los códigos caballerescos que tanto apreciaba la nobleza europea. Tras atacar Kenilworth sigilosamente y masacrar a los hombres de Simón El Joven por la noche, ocultó a su ejército con los estandartes capturados para destruir a de Montfort en Evesham. En un acto de brutalidad alarmante, el cadáver de De Montfort, un conde de Inglaterra, fue mutilado, y se insertó su cabeza en una pica. Eduardo había ganado la guerra y sometido a los rebeldes en poco más de un año, pero la victoria le costó su honor. La idea de que un carnicero impío ascendiera al trono de Inglaterra de la noche a la mañana estremecía a nobleza y clero por igual. Para restaurar su reputación y demostrar que era digno de la corona, mi padre lideró una cruzada hasta la Tierra Santa del este, donde la situación se volvió cada vez más extrema. El voraz sultanato mameluco libró una feroz guerra de expansión, primero contra los mongoles y ahora contra los atribulados cruzados. Varias fortalezas cayeron rápidamente ante su imparable embestida. Su líder era el sultán Baibars, un hombre no muy diferente a mi padre Eduardo. Baibars fue un esclavo de origen cumano que saltó a la fama a través del servicio militar y acababa de tomar el poder asesinando al sultán vigente. Tras masacrar a la población de Antioquía, sus ejércitos amenazaban Acre y Trípoli desde el este, y convergían en ambas ciudades en un sofocante asedio. Cuando el ejército llegó a Acre, se encontró con unos habitantes que, aunque desesperados, guardaban esperanzas.


3. De castillos y reyes

Eduardo dejó la Tierra Santa en una tensa tregua. Baibars prometió mantener la paz durante diez años, diez meses y diez días. Ahora que tenía asuntos apremiantes en Inglaterra, mi padre solo podía confiar en que el sultán cumpliera su palabra. Mientras Eduardo emprendía la cruzada para labrarse una reputación como líder honorable y competente, su padre Enrique había muerto y le había dejado la corona inglesa. Lord Eduardo regresó a una Inglaterra estable y que esperaba con ansias su llegada. El 19 de agosto de 1274, Eduardo I de Inglaterra fue coronado. Con el deseo de expandir su nuevo reino, Eduardo dirigió su atención a Gales, un viejo enemigo del oeste que había apoyado a Simón de Montfort durante la rebelión baronial. El príncipe galés Llywelyn ap Gruffydd contrariaba a los señores anglonormandos que se manifestaban en la frontera. Para mayor agravio, tomó por esposa a Leonor, hija de Simón de Montfort. Mi padre se abalanzó sobre las fracturadas facciones galesas, tratando de conquistarlas una a una. Pero, por mucho que los príncipes galeses se odiaran entre ellos, más detestaban que los ingleses impusieran sus leyes en territorio galés. El hermano de Llywelyn, Dafydd, se unió a la refriega. Libraron una guerra de sigilo y emboscadas en el sur y derrotaron a los ejércitos de Eduardo que obedecían a Luke de Tany y Gilbert de Clare.


4. Toom Tabard

Estudiando únicamente los logros de guerra de mi padre solo me engaño a mí mismo. Como rey, debo ser tan guerrero y estadista como Eduardo. Inspirándose en las legendarias historias del rey Arturo, Eduardo pasó de ser un joven deshonesto y artero a un gobernante piadoso y caballeresco respetado en toda la cristiandad. Mi padre adoptó reformas económicas, administrativas y legales que reforzaron y estabilizaron su reino. Su préstamo de conceptos bizantinos le hizo ser conocido como el «Justiniano inglés». Sin embargo, para Eduardo esto era parte de su trabajo como regente, y solo fomentó su feroz deseo de gobernar sobre toda Gran Bretaña. Cuando Alejandro III de Escocia murió sin ningún heredero varón, su ambición de repente parecía estar al alcance de la mano. Mi padre primero se empeñó en que yo, el heredero forzoso de Inglaterra, me casara con la nieta de Alejandro, Margarita. Cuando esta murió inesperadamente solo un año después, Eduardo colocó a Juan de Balliol como rey en Escocia. Los orgullosos escoceses no estaban dispuestos a tolerar que los gobernara una marioneta inglesa cuyo maestro intentaba reclutarlos en la guerra contra Francia. En su lugar, se aliaron con los franceses y declararon la rebelión abierta. La furia de Eduardo no tuvo límite. Si Balliol no podía mantener a sus súbditos en orden, mi padre tomaría Escocia por la fuerza.


5. Martillo de los escoceses

Los escoceses no se tomaron bien la humillación. Un año después de la derrota de Balliol, se unieron al apasionado caballero William Wallace y salieron de las tierras altas como lobos rabiosos. Se decía que Wallace era un gigante de más de dos metros que decapitaba a los hombres y caballos con una espada de metro y medio de longitud: todo un bárbaro equiparable a mi violento padre. Tras varias victorias inesperadas, los rebeldes de Wallace se separaron en la Batalla de Falkirk y tuvieron que ocultarse. Wallace siguió acosando a las tropas y convoyes ingleses desde las sombras cual fantasma vengativo. Impertérritos, Eduardo y su comandante Aymer de Valence se acercaron al castillo de Stirling. Los acompañaba Roberto Bruce, un señor escocés que había jurado lealtad a Eduardo, aunque era bien sabido que codiciaba la corona escocesa. Mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos. Al igual que su afamado predecesor, Ricardo Corazón de León, ordenó la construcción de un enorme conjunto de catapultas cerca de las murallas de Stirling. Advirtió a los defensores simple y llanamente: o se rendían, o se enfrentarían a un bombardeo equiparable a los mismísimos fuegos del infierno.

Grandes duques de Occidente
Durante décadas, los duques de Borgoña se han visto envueltos en una sangrienta lucha por el control del rey francés loco en la que hacen uso de su astucia, destreza militar e inmensa riqueza. Sin embargo, a medida que pagan la sangre que derraman con sangre propia, se centrarán cada vez más en el norte con la intención de crear un reino propio.

1. Un reino dividido

Mañana, cuando Juana de Arco arda en la hoguera, quiero que mires atentamente. No a la joven en llamas... sino a los hombres que la condenaron a arder. Los ingleses ejecutarán la sentencia; pero cuando solo queden sus cenizas, el que saldrá victorioso será nuestro duque de Borgoña, el Gran Duque de Occidente. Porque este espectáculo no lo protagoniza la Doncella de Orleans; de su muerte solo importa el beneficio que nos aporta. No es Juana quien arde en la pira, sino La Pucelle: el símbolo de la resistencia francesa. Eres joven, hijo mío; nunca has visto nuestro ducado como algo más que un estado poderoso. Pero no siempre tuvimos esta influencia. En el relato general de la historia, Borgoña no es más que una nueva potencia labrada gracias a las tierras de los reinos e imperios que nos rodean. Nuestro ascenso comenzó con Juan Sin Miedo, el padre de nuestro actual duque. Hasta entonces, los duques de Borgoña y la facción de Armagnac habían sido rivales, y se disputaban el poder en la corte del Rey Loco de Francia. Luis, el líder de la facción de Armagnac, llevaba años usando los fondos de la corona francesa para sofocar a Juan de todas las formas posibles. También se jactaba de haberse acostado con la esposa de Juan... Cansado del desacato y del abuso de influencia real de Luis, Juan decidió poner fin a su rivalidad. Tras apenas tres años de reinado, Juan envió a quince hombres a apuñalar al duque de Armañac en las calles de París a plena luz del día. Fue una verdadera demostración de fuerza; en un acto sangriento, Juan se consagró como el duque más poderoso de Francia. La facción de Armagnac, ahora sin líder, comenzó a prepararse para una larga guerra. Para mantener ocupados a los borgoñeses, apoyaron una revuelta en la ciudad de Lieja regida por el cuñado de Juan, el duque de Baviera. Juan Sin Miedo no dejaría que los disturbios arruinaran sus planes para el gran ducado. Envió a su ejército al norte, a una pequeña aldea a las afueras de Lieja llamada Othée...


2. El Lobo y el León

Juan Sin Miedo ahora era el hombre más poderoso de Francia. Pero sus rivales, la casa de Armagnac, no habían cesado sus planes. Encabezados por el temible conde Bernardo, los Armagnac formaron una alianza contra Juan junto con los duques de Orleans y Borbón y el conde de Alençon. Bernardo envió bandas de devastadores mercenarios a las tierras de Juan con el fin de expulsarlo. Juan no pudo tolerar estos actos. Envió a su ejército fuera de París para enfrentarse a la alianza emergente. Y de esta manera, Francia se precipitó en una guerra que duraría décadas.


3. La limpieza de París

En Inglaterra, celebran la Batalla de Agincourt como una victoria sobre Francia. En realidad solo suponía una victoria sobre los Armagnac. Los borgoñeses no participaron en la batalla, y Juan observó con entusiasmo cómo el rey inglés hacía su trabajo por él al diezmar a la alianza de Armagnac. Aun así, la invasión inglesa de Francia favoreció rápidamente a Enrique. Ahora que el camino a París estaba despejado, envió a sus ejércitos hacia la capital francesa. Juan Sin Miedo sintió que era el momento de atacar y reunió a sus ejércitos. Adelantó a los ingleses y arrebató París a los Armagnacs antes de que llegase Enrique.


4. Matrimonio impío

Verás, hijo mío: el que llevó a La Pucelle a la hoguera en Ruan no fue Juan Sin Miedo, sino su hijo Felipe el Bueno, nuestro gran duque. Hasta ese momento, había gobernado los Países Bajos Borgoñeses en nombre de su familia, y en este rincón de Europa presidía una época dorada económica y cultural. Indignado por el asesinato de su padre, no dudó en formar una alianza con los ingleses para vengar la muerte de Juan Sin Miedo. Pero su guerra contra los Armagnac tendría que esperar. El duque de Baviera, que había luchado con Juan en la Batalla de Othée hacía muchos años, pidió una vez más la ayuda de los borgoñeses. Esta vez, la razón no era la revuelta de los Armagnac, sino su propia sobrina. Jacqueline de Baviera no era una mujer que se contentara con obedecer órdenes. Durante breve tiempo, fue la futura reina de toda Francia; pero cuando su marido murió, fue relegada rápidamente a sus posesiones holandesas. Cuando los borgoñeses disputaron su reclamación a los Países Bajos, Jacqueline huyó cruzando el Canal de la Mancha y se casó con el Lord Protector de Inglaterra. Ahora regresaban juntos para reclamar las tierras que había perdido ante el duque de Baviera. Felipe, al ver que una renegada inglesa atacaba sus reinos septentrionales, cabalgó hacia el norte para hacer que retrocedieran al canal.


5. Las guerras de los Hook y los Cod

Y aquí estaremos mañana, hijo mío, cuando arda Juana de Arco. Ya están empapando la pira de aceite. Como verás, no bastará con cualquier fuego: las llamas deben elevarse alto para La Pucelle, como si de los fuegos del infierno se tratase. Le ha causado molestias a Felipe durante mucho tiempo. El duque nunca pudo entender su ferviente ira, su determinación... ni cómo realmente se creía las frases incendiarias que pronunciaba. Comparada con él, el político despiadado, Juana era una entidad completamente distinta. Pero, en estos momentos, La Pucelle no preocupaba tanto a Felipe. Aunque Juana hubiese ayudado a derrotar a las fuerzas de Borgoña en Francia, Felipe aún tenía que solucionar la fuga de Jacqueline. En Holanda, Jacqueline encontró nuevos partidarios en unos nobles de clase baja apodados los «Hook». Estos llevaban años librando una guerra civil con los comerciantes, conocidos como los «Cod». Felipe ahora tenía que meterse en este lodo de viejos rencores y disputas para finalmente derrotar a la esquiva Jacqueline.


6. Cae la doncella

Desde la aparición de la Doncella de Orleans, la guerra no había ido bien para Inglaterra y Borgoña. En cuestión de días, Juana había aplastado en Orleans a las fuerzas combinadas de Inglaterra y Borgoña; y ahora llevaba un año brindándole la victoria al ejército de Armagnac. Su primer contratiempo solo llegó cuando su ejército no pudo arrebatarle la ciudad de París a los ingleses. Juana no era una guerrera; con solo diecinueve años de edad, no llevaba más que un estandarte en la batalla. Pero sus tácticas y discursos incendiarios, que parecían difundir la palabra del mismísimo Dios, la convirtieron en el arma más grande de los Armagnac. Felipe decidió acabar con ella para siempre. Cuando sus fuerzas asediaban Compiégne, le llegó la noticia de que Juana y sus fieles seguidores se habían infiltrado en la ciudad para ayudar a los defensores. Y este fue el día en que cayó la Doncella de Orleans.

Los Hauteville
Roberto de Hauteville abandonó Normandía en 1047 EC con una pequeña banda de ladrones. En un siglo, algunos miembros de su familia se convirtieron en duques en Italia, príncipes en Tierra Santa e incluso reyes de Sicilia. Únete a estos intrépidos aventureros normandos a medida que fusionan tres culturas en el reino más tolerante y sofisticado de Europa.

1. Guiscardo llega

«Sentaos, mi rey», le dije al joven Federico Roger cuando vino al jardín. «Es hora de estudiar. Seguro que los tutores alemanes os han hablado de las hazañas de vuestro abuelo teutónico». «Sé la historia de memoria», respondió ufano el niño rey.» «Sin duda», le dije guiñándole el ojo, «pero os hablaré de la otra parte de vuestra familia, pues ante todo sois hijo de Sicilia. Ah, querida Sicilia, un reino como ningún otro: donde tres pueblos se fusionaron bajo el sol del sur y formaron la joya que se encuentra entre Oriente y Occidente. Todo fue posible gracias al lado normando de vuestra familia. Normandía era una tierra fría y septentrional de acero y caballería. Pero también el hogar de los hijos de barones de poca importancia; de hombres que aspiraban a una grandeza que excedía las limitaciones de su nacimiento y condición social. Esta historia, tu historia, comienza con el hermano de tu bisabuelo, Roberto de Hauteville: un hombre de inmensa estatura, con pelo claro, hombros anchos y ojos de los que prácticamente prendían chispas. Roberto tenía motivación, y poseía esa confianza incorregible que desvanece cualquier duda y permite que la ambición siga el ritmo de la imaginación. Era más astuto que cualquier enemigo al que se enfrentase, e intentaba aprovechar cualquier ventaja, ganar por cualquier medio y librarse de las ataduras de hombres inferiores». «Hablas de él como si fuese un gran hombre, pero... ¿qué hizo?», preguntó el niño rey con ojos rebosantes de entusiasmo infantil. Le contesté: «Roberto fue el primero en unir a todos los normandos italianos bajo un solo gobernante, pero sus orígenes fueron muy humildes. Vino desde Normandía con apenas treinta seguidores y buscó la fortuna en Italia, esta tierra que tantas veces recompensa a aquellos con la audacia y el talento para apoderarse de ella...».


2. Roger en Sicilia

La historia del triunfo de Roberto en Italia inspiró a una Normandía quebrantada por la guerra civil. El duque normando Guillermo aún no tenía el título de Conquistador, y todavía era un joven bastardo controvertido que apenas podía aferrarse al poder. Muchos caballeros normandos malheridos por la guerra civil partieron hacia Italia atraídos por las riquezas del sur. Entre ellos estaba el hermano menor de Roberto –vuestro bisabuelo Roger de Hauteville–, pero él era diferente. Si bien Roberto era despiadado y astuto, Roger era paciente y caballeroso. El amor era su motivación». Judith de Évreux, prima del duque Guillermo, le había robado el corazón a Roger y los dos deseaban casarse. Sin embargo, el padre de Judith nunca contemplaría la idea de que su hija se casara con un mero caballero sin tierras. Roger no tuvo más remedio que irse a Italia para demostrar que era digno de la mujer a la que amaba. Pero, al igual que su hermano, Roberto Guiscardo esperaba que Roger se labrase su propio futuro en Italia, como él había hecho años atrás. No le ofreció a Roger ni tierras ni caballeros. Afortunadamente para Roger, su talento aún podía verse recompensado. Sicilia lo atraía: Una isla gobernada por musulmanes durante dos siglos, pero que ahora estaba dividida entre emires rivales.


3. Bohemundo y el emperador

La tradición dictaba que Bohemundo no podría heredar nada de Guiscardo, pero este obstáculo solo endureció al príncipe guerrero. Tenía todo el heroísmo individual, inteligencia táctica y convicción religiosa necesarios para inspirar a los hombres a seguirlo hasta los confines de la tierra y desafiar incluso a un emperador. Sin embargo, Bohemundo no había tenido en cuenta el poder de una mujer.


4. Bohemundo en el este

Bohemundo nunca perdonó al conde Roger por apoyar a su hermano menor, pero otros sucesos lo alejarían antes de que resultase una amenaza para la unidad normanda. Cuando varios caballeros y soldados a pie pasaron por Sicilia en su camino a la Tierra Santa, Roger se encargó de que Bohemundo permaneciera entre ellos. Atraído por las promesas de las tierras y la gloria eterna de la cruzada, Bohemundo también partió hacia el este. Bohemundo siguió su recorrido por el Imperio bizantino; un camino que ya había tomado cuando luchó contra el emperador Alejo Comneno. Desafortunadamente para Bohemundo y los cruzados, un gran ejército turco estaba en camino. Tras ocho largos y agotadores meses de asedio, Bohemundo necesitaría reunir todo su coraje y talento para sobrevivir.


5. Maravilla del mundo

Nuestra historia está llegando a su fin, mi joven rey, pero aún no os he hablado de vuestro abuelo, el primero en llevar la corona que ahora descansa sobre vuestra cabeza. La historia debería sonaros familiar. El padre de vuestro abuelo, el gran conde Roger, murió cuando Roger II era solo un niño. Como a vos, su madre lo crio en una corte cosmopolita, entre tutores griegos y musulmanes. Aunque ese tipo de educación no le proporcionó la confianza militar de sus antepasados, Roger desarrolló destrezas para la diplomacia y el arte de gobernar que resultarían mucho más valiosas. En ese período, la Italia normanda se dividía en dos señoríos: Apulia, gobernada por el nieto de Roberto Guiscardo; y Sicilia, gobernada por Roger. En 1127, cuando su primo en Apulia murió sin descendencia, Roger reclamó todas las tierras de Hauteville en Italia y formó el Reino unido de Sicilia. Pero este creciente poder y la tolerancia de Roger hacia los pueblos de todas las religiones levantó las sospechas del Papa. Criticando al «príncipe mitad pagano», el Papa hizo un llamamiento a las cruzadas. Los vasallos normandos de Roger, liderados por su propio cuñado, se rebelaron, y un poderoso ejército alemán guiado por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico avanzó por toda Italia. Pero Roger soñaba más allá que luchar contra normandos y príncipes alemanes. Tenía que construir un reino.

Jan Zizka
El tuerto Jan Zizka pasó su juventud como mercenario luchando por honor y dinero, pero su destino cambió para siempre cuando escuchó las predicaciones del reformista Jan Hus en Praga. Como adalid de la causa husita y líder de sus ejércitos invencibles, Zizka dejó anticuadas las nociones de la guerra gracias a sus innovaciones tecnológicas y tácticas. Consolida el legado de uno de los mejores generales de la historia, inspira a los campesinos de a pie para convertirlos en unidades altamente disciplinadas y llévalos hasta la victoria contra la caballería del emperador del Sacro Imperio Romano.

1. El tuerto errante

Cuando los poderosos se enfrentan, el reino tiembla y los plebeyos sangran. Una sombra funesta se cierne sobre mi amada Bohemia. Encabezados por Enrique de Rozmberk, diabólico y cruel, algunos de nuestros señores más ambiciosos han formado la llamada Unión de la Nobleza y han destituido al rey Wenceslao. Parece que ni siquiera los monarcas están a salvo en un mundo dominado por Dios y la codicia. Y ahora, yo también me he visto afectado por este caos. Me llaman Jan «Zizka» por el ojo que perdí en mi juventud. Durante la mayor parte de mi vida cuidé del terreno de mi familia en Trocnov mientras, a mi alrededor, nuestra tierra natal se arruinaba. Una vez heredé la tierra, la vendí para buscar fortuna en Praga, donde empecé a trabajar para la corte. Ahora, sin un rey a quien servir y con enemigos que me acechan por todos los flancos, debo volver a buscar una nueva vida. Tras reunir mis pocas posesiones, me dirigí al campo. Allí, en aquella tierra resplandeciente de verdes bosques, montañas majestuosas y ríos caudalosos, buscaré a quienes quieran unirse a mí en una batalla desesperada contra esta tiranía infame. Mis enemigos me consideran necio y se burlan llamándome Zizka, el tuerto... pero son ellos quienes no ven nada. Tengo el mismo talento para el arte de la guerra que el dios tuerto que mentan los hombres del lejano norte.


2. Valor y dinero

Cuando desaparece toda esperanza, llega un ángel para liberar a los desesperados del abismo. Así son las cosas. Jan Sokol, mi mecenas y benefactor, ahora también es mi salvador. El hombre generoso que apoyó todas mis expediciones le ha pedido al rey Wenceslao, que ha recuperado su trono, que me perdone esta muerte horrible. Tras garantizar mi liberación, Sokol volvió a concederme un gran honor y me convirtió en oficial de su ejército de mercenarios. Ahora marcho a la cabeza de ese ejército. Por ahora, nuestras miradas no están puestas en Bohemia. Un conflicto salvaje ha estallado al noreste entre dos enemigos eternos: la Orden Teutónica, una hermandad de cruzados fanáticos, ha declarado la guerra al reino en desarrollo de Polonia. El rey Vladislao II de Polonia, conocido como Jogaila por sus parientes lituanos, ha tomado la iniciativa y ha atacado en lo más profundo del territorio teutón. Consciente de que su ejército de polacos y lituanos no basta para lograr sus ambiciones, ha contratado a nuestra aclamada compañía de mercenarios de Bohemia. Nos contamos entre los mejores guerreros de Europa, pero los caballeros teutónicos y sus aliados cruzados son grandes adversarios. Cosecharemos los esfuerzos de nuestro valor en las praderas de Grunwald... o moriremos con toda la gloria.


3. Los Señores de Hierro

Mientras nos preparamos para una guerra abierta, algunos husitas han viajado hacia el sur y transformado una fortaleza abandonada en la ciudadela de Tabor. Yo me dispongo a unirme a ellos, pero el camino está plagado de peligros: una compañía de nobles conocida como los Señores de Hierro ha jurado matar a todos los husitas con los que se cruce, y la mayoría de nuestro ejército son campesinos que no saben luchar. Hombres, e incluso mujeres, que jamás han pisado un campo de batalla. Si queremos sobrevivir a una arremetida de caballeros armados, estos plebeyos sin entrenar deben convertir nuestras carretas en armas y luchar de una forma nunca vista.


4. La ciudad dorada

El emperador Segismundo, responsable de la muerte de Hus, encabeza a los cruzados hacia el interior de Bohemia para acabar con la llamada herejía husita. Que alguien cuya palabra no vale nada ostente tal arrogancia es increíblemente irónico, pero no cabía esperar otra cosa de un traidor como Segismundo. Sus fuerzas pretenden rodear la ciudad y asfixiarnos tras nuestras murallas. No permitiremos que suceda, así que cogeremos nuestras carretas y nos prepararemos para la batalla en la colina Víktov. Por mí, estos cruzados fanáticos pueden quedarse Roma para ellos, pero jamás se apoderarán de nuestra amada Praga. ¡A la vanguardia, por Hus y nuestra adorada Bohemia!


5. La furia del emperador

Debemos asestar un golpe devastador al ejército de Segismundo antes de que puedan atrincherarse para el invierno. Dicen que a quien madruga, Dios le ayuda... y la inteligencia de Segismundo se ha ablandado con sus delirios de grandeza. Nuestro primer objetivo es Kutná Hora, famosa por sus depósitos de plata, pero infame por la costumbre que tiene la nobleza local de tirar a los husitas a pozos. Pronto, estas sabandijas obtendrán su merecido por la crueldad con la que han tratado a nuestros hermanos. No obstante, Segismundo no está solo: junto a él cabalga el feroz Zawisza el negro, nuestro antiguo camarada de Grunwald y terror de la Orden Teutónica.


6. Guerrero de Dios

Celosos de mi éxito en el campo de batalla y ansiosos por obtener el poder que yo había adquirido de forma justa, una facción de husitas de Praga se desvió del camino correcto e hizo un pacto con el diablo: ahora se han aliado con los ejércitos monárquicos y piden el regreso de Segismundo. Mis husitas jamás han sido derrotados, pero sería una insensatez luchar al mismo tiempo contra las discrepancias internas y la invasión. He pedido ayuda a mis antiguos camaradas de Polonia y Lituania, y un hombre y su ejército han respondido: Segismundo Korybut, un duque joven y ambicioso que profesa un amor feroz a nuestra causa.

Eduviges
Alejada de su madre y separada a la fuerza del joven que amaba, Eduviges ascendió al trono polaco siendo apenas una niña. En una época de guerras interminables, debe forjar un futuro para su reino mientras lucha contra las voluntades de formidables líderes como Jogaila y Vitautas el Grande. ¿Podrá la amada Estrella de Polonia hacer realidad su visión de un reino poderoso conformado por Polonia y Lituania? ¿O la incesante vorágine de la guerra llevará a ambos reinos a la ruina una vez más?

1. El asunto de la corona

15 de junio de 1399. Mientras la primera luz del amanecer brilla en el río Vístula, se oye el tañer de una campana distante; un fraile diligente, en algún lugar de las afueras de Cracovia, saluda al nuevo día mucho antes de que los sacerdotes de nuestra propia catedral se hayan levantado de sus camas. Hacía mucho que no pensaba en cosas así; en las pequeñas cosas bonitas que le dan vida a nuestros días de trabajo y guerra y los hacen casi... agradables. Pero mientras cuento los días para que nazca mi primer hijo, esos detalles se me hacen más presentes. Puede que siempre estuvieran ahí, y estar confinada en esta cama me haya ayudado a descubrirlos una vez más. Más vale llenar un puño con descanso, que llenar ambos con trabajo y aflicción de espíritu. Las campanas de la catedral de Wawel anuncian el nuevo día mientras escribo las palabras del sacerdote... Es algo increíble, pues asocio su sonido tanto al mejor recuerdo de mi vida como al peor. Vine a esta ciudad cuando tenía once años; una solitaria princesa de Hungría rodeada de guardias: una extraña en una tierra desconocida. El reino de Polonia, que mi difunto padre me había dejado como herencia, era un país al borde de la ruina. Estaba en plena guerra civil, cada duque y lord insignificantes reclamaban para sí el trono y, con él, mi mano en matrimonio. No era algo que yo desease fervientemente... pero, por otro lado, viniendo aquí podría volver a ver a Guillermo una vez más.


2. Estrella de Polonia

Jogaila... por aquel entonces era como el nombre de un demonio. Era un hombre apuesto a su manera. Tenía una cara rígida, con ojos fríos como el hielo. Meses más tarde, vi sus rasgos suavizarse por primera vez; pude sentir el cariño en su mirada, pues yo era su joven esposa, la clave de su legado político. No me dejé engatusar fácilmente por el pagano que los nobles eligieron por mí. No era un hombre tierno; era hábil tanto en la corte como en el campo de batalla, y cualquier decisión que tomase era por su propio beneficio político. No se parecía en nada a mi Guillermo, pero, con el paso de los meses, empecé a sentir afecto por él.

Antes de subir al trono polaco, fue bautizado y juró cristianizar toda Lituania. Incluso se cambió el nombre a Vladislao Jagellón, para sonar más polaco... más cristiano, pero para mí, siempre sería Jogaila. Por muy despiadado que fuera con sus enemigos, siempre fue un buen marido. Mis palabras le importaban, ya fueran en privado o como consejo político, y a menudo sentía que éramos iguales... ¡qué sentimiento tan extraño y poderoso! Después de la guerra civil, nuestro primer objetivo fue reconstruir lo que se había perdido. Este cometido era imperativo en la provincia de Galitzia. Y, por ello, viajamos allí juntos para corregir los errores del pasado.


3. Duelo de duques

Vitautas no era un fanático pagano, pero sabía aprovechar una oportunidad cuando la veía. Como hijo de Kestutis, un antiguo duque de Lituania que fue asesinado por orden de Jogaila, tenía cuentas que saldar con su primo. Su misión personal de venganza resonó en el pueblo lituano, pero Vitautas, al estar bastante acostumbrado a ese clima político despiadado, lo usó principalmente para obtener beneficios políticos. Pero, como ya he dicho, Vitautas sabía aprovechar una oportunidad cuando la veía.


4. El asedio de Vilna

La Orden Teutónica surgió en las cruzadas en Tierra Santa, pero ahora su misión era cristianizar a los paganos de Europa oriental o morir en el intento. Pero la mayoría de las veces, morían los paganos. Después de más de cien años en la región, la Orden casi había olvidado su misión original. Estos supuestos cruzados ahora competían por tierras y poder y lo llamaban la voluntad de Dios. Por eso se aliaron con Vitautas. Él les prometió las tierras de Samogitia, hogar de algunos de los últimos paganos de Europa. Pero se ofendieron cuando Vitautas hizo las paces con nosotros y se negó a ceder la región a la Orden. Los caballeros asediaron entonces la ciudad lituana de Vilna, así que Jogaila y Vitautas se apresuraron al rescate. Fue la primera vez que pelearon codo con codo.


5. La cruzada de Vitautas

18 de junio de 1399. Hoy ha llegado un regalo para mí: una cuna de plata «para la madre de dos reinos», cortesía de Vitautas. No pude evitar reírme mientras la llevaban a la habitación. ¿Cómo puede un hombre que solo aprecia la guerra, el poder, el vino y las mujeres regalar un objeto tan hermoso? Vitautas... No creo que haya renunciado a su sueño de ser el único gobernante de Lituania. ¡Desde luego no actúa como si fuera el subordinado de Jogaila! Durante los últimos años, Jogaila ha estado reconstruyendo nuestros reinos devastados por la guerra, mientras que yo he trabajado para evitar que se produzcan más conflictos. Vitautas, por su parte, ha estado a la ofensiva. Ahora ha ido a conquistar la Rutenia tártara, donde ha hecho amistades con un kan depuesto, Toqtamish. Afirma que juntos van a conquistar el mar Negro.


6. Los frutos de su trabajo

Estamos otra vez en guerra con la Orden Teutónica, pero ya no nos acobardamos ante su disciplina y destreza militar; nos esforzamos por igualarlas. Marchamos ahora a Mariemburgo, la capital teutona. Cuando se calmen las aguas en la fortaleza, la unión de Polonia y Lituania —la alianza de Eduviges— se alzará más fuerte que nunca.

Algirdas y Kestutis
Ante la inminente invasión de los codiciosos caballeros teutones, el pequeño principado de Lituania está al borde de la catástrofe. Divididos y sin un dirigente sabio, los últimos paganos de Europa parecen condenados, pero el príncipe Algirdas y su leal hermano Kestutis no contemplan inclinarse ante los invasores. ¿Serán capaces de repeler a los cruzados y después enfrentarse a los temibles descendientes de Gengis Kan, los señores a caballo de la Horda de Oro?


1. Asuntos familiares

¿Quieres saber cómo he acabado aquí, extranjero? ¿Te atreves a hacer una pregunta así, como si fuéramos iguales? Muy bien. Te contaré mi historia, compañero mío de desgracias. Si algo no nos falta en este maldito calabozo, es tiempo. Mi objetivo era el trono, pero acabé en esta celda oscura y mohosa. Más allá de estos barrotes se halla la tierra de mis padres: Lituania. Sus pantanos, bosques y ríos embravecidos no son muy agradables, pregúntales a nuestros enemigos... Lo que hace aún más sorprendente que hayan intentado hacerse con ella en incontables ocasiones. Todo comenzó cuando los... «elegidos» fueron llamados a traer la luz a Lituania. Se hicieron llamar la Orden Teutónica y, bajo la bandera de la cruz, prometieron la salvación; sin embargo, solo trajeron la muerte y la perdición. Lituania no se acobardó fácilmente. Nuestros antepasados aprendieron a enfrentarse a las fuerzas de la naturaleza y a las bestias de los bosques oscuros y primitivos. Todos nuestros soldados siguen esa misma tradición. Pero cuanto más nos resistíamos a los cruzados y a su dios, más despiadados se volvieron. Poco a poco, empezamos a descubrir sus verdaderas intenciones. Se hacían llamar guerreros sagrados, pero no eran más que caballeros ladrones; y tras cien años saqueando nuestras tierras, se habían convertido en unos maestros de su oficio. Arrasaron nuestras fortalezas e incendiaron nuestros pueblos. Si el Gran Duque Gediminas siguiera vivo, habría puesto en su lugar a estos codiciosos cruzados, pero un maldito golpe de Estado acabó con su vida y el trono pasó a Jaunutis, el inútil de su hijo. Jaunutis era débil, pero lo peor es que creó divisiones cuando el pueblo necesitaba unidad. Abandonó nuestras viejas creencias y aceptó al dios cristiano. Como no pudo controlar los disturbios internos, el gran maestre de la Orden Teutónica aprovechó para hacerse con Lituania definitivamente. Sin embargo, los hermanos de Jaunutis, Algirdas y Kestutis, se negaron a quedarse de brazos cruzados mientras su querida patria caía en manos de la cruz. Instaron a los príncipes descontentos a derrocar a Jaunutis, que se había atrincherado en la capital lituana de Vilna.


2. Tierra de nadie

¡Ven al este! ¡Haz la obra de Dios y serás recompensado no solo con conceptos difusos sobre «salvación» y «eternidad», ¡sino con tierras y dinero! Esa era la promesa de la Orden Teutónica y la razón por la que contaban con un suministro constante de caballeros belicistas: nobles cristianos de baja alcurnia que se dejaban seducir fácilmente para probar suerte en Lituania. Era una estrategia tan ingeniosa como retorcida, y muy alejada de la misión sagrada que profesaban. Después de que los sarracenos los expulsaran de su «Tierra Santa» y los despojaran de sus propiedades en Oriente Medio, estos cruzados echaron el ojo a nuestras tierras en busca de sangre y riquezas. Cuando Algirdas se vio obligado a lidiar con los estragos que causaban las desafiantes ciudades estado de Rutenia en la frontera lituana, los teutones vieron la oportunidad de invadir nuestra patria una vez más. Confiando en que el oeste de Lituania estaba desprotegido mientras Algirdas se ocupaba del este, los caballeros marcharon hacia nuestras tierras. No esperaban encontrarse con Kestutis, que se había quedado atrás para protegerlas. Kestutis les estaba esperando, deseando darles una lección a estos saqueadores con espada.


3. El yugo tártaro

El ejército lituano marchó hacia el sur con decisión, asaltando los principados de Chernígov y Pereslavl en rápida sucesión. Los hermanos tenían como objetivo enfrentarse a la Horda de Oro y sus aliados en la estepa, un movimiento audaz y arriesgado que nadie se había atrevido a realizar antes. A pesar de sus disputas internas, los feroces arqueros tártaros montados a caballo aún se consideraban invencibles, pero Algirdas y Kestutis estaban decididos a demostrar lo contrario.


4. Un oponente digno

Cuando la Horda de Oro estaba a punto de desmoronarse por completo, los principados rus de Moscú y Tver fueron los primeros beneficiados. Mientras los tártaros discutían entre ellos, estos ducados se habían convertido en estados poderosos sin que nadie se diese cuenta. El Gran Ducado de Moscú fue gobernado por un príncipe llamado Dmitri, que había logrado acabar con el kan de la Horda de Oro mediante ladinas estrategias políticas. Los recientes avances territoriales de Algirdas hicieron que Dmitri y él fueran vecinos, y los dos hombres esperaron como bestias salvajes a que el otro diese un paso en falso. Fue Algirdas quien dio el primer paso. Cuando el príncipe Mijaíl de Tver buscó ayuda lituana contra sus rivales moscovitas, Algirdas lo usó de pretexto. Junto al siempre leal Kestutis, que ya mostraba signos de su declive, reclutó un ejército y marchó sobre los dominios de Dmitri.


5. A la sombra del trono

Cuando Lituania corría peligro, mi padre no lo dudó: se hizo con el poder. Y lo mantuvo. Traté de seguir su ejemplo... y así es como he acabado. Luché por el trono, pero ahora estoy en esta celda oscura y mohosa. Fue el viejo y firme Kestutis quien me encerró, llamándome traidor por intentar llegar a un... «acuerdo» con nuestros antiguos enemigos de la Orden Teutónica. Sin embargo, fue él quien me forzó a hacerlo. Mi padre me eligió como su sucesor. Yo iba a gobernar junto a Kestutis, como él había hecho, pero este no quería compartir su poder. Antes lo admiraba. El apodo de «el Firme» le definía a la perfección; él sumaba la templanza a la personalidad audaz y aventurera de mi padre.

Babur
Casi un siglo después de la muerte de Tamerlán, sus descendientes siguen luchando por la supremacía en Transoxiana y Persia. El más joven de ellos es Zahir ud-Din Muhammad, también conocido como Babur el Tigre (1497-1527), que sueña con restaurar el maltrecho imperio, pero otra ola de jinetes invasores de las estepas del norte está a punto de cambiarlo todo...

1. La perla de Oriente

Alá da y Alá quita. Me queda poco tiempo en este mundo, mas... no puedo quejarme. Mi vida ha sido toda una aventura y, si se me permite, considero que ha sido tan extraordinaria que merece ponerse por escrito. A lo mejor me acusas de vanidoso, pero he decidido encargarme yo mismo de escribir mis memorias. ¡Será una obra que valga la pena leer! He cenado con emires y con humildes campesinos en estepas a la luna; he librado guerras y me he sentado en tronos solo para que me los arrebataran de nuevo... y todo empezó en la vorágine de intrigas y escaramuzas sangrientas que era mi amada Transoxiana, ¡el lugar donde la alta cultura persa convivía con las tradiciones nómadas!

Mi padre gobernaba las fértiles laderas del valle de Ferganá, al este de Samarcanda. Como todos los herederos de Tamerlán, era un orgulloso timúrido que buscaba emular a su gran antepasado. Desafortunadamente, Alá no lo dotó de talento para la guerra. Tras sufrir unas cuantas derrotas humillantes, decidió dedicarse a sus otras pasiones: comer, beber y criar palomas. Un día, mientras mi padre subía las escaleras para visitar a sus pájaros, Alá, en su infinita sabiduría, decidió que este ejemplo de gula ya había habitado la tierra lo suficiente. De camino al palomar, las escaleras se derrumbaron y se precipitó hacia su muerte; y así es como yo, Babur, me convertí en señor del valle de Ferganá. Mas las transiciones de poder rara vez son pacíficas; y la mía no sería la excepción. Gracias a Qutlugh, mi querida madre, mis beyes acordaron no abandonar lo que parecía ser una dinastía en ruinas... Pero... mis malvados tíos eran harina de otro costal. Por entonces, yo no era más que un niño de catorce años sin nada a mi nombre. Y a mis tíos, que ansiaban el valle de Ferganá, les pareció que era el momento perfecto para apoderarse de mi herencia...


2. Los últimos timúridos

Tras padecer penurias durante tres años, nos visitó un mensajero desde la lejana Herat. Mi tío Husayn Bayqara, el último monarca timúrido, necesitaba un comandante capaz de liderar la defensa de Herat contra los uzbekos, que ahora acechaban la ciudad como buitres. Era una oportunidad... que no podía dejar escapar.


3. En la India

Las ciudades-estado hindúes al otro lado de las montañas se estaban recuperando de la invasión de Tamerlán de hace cien años. Al parecer, se encontraban muy débiles para ofrecer resistencia a un invasor decidido. Tenía que investigar a fondo estos rumores, así que organicé una expedición al Indostán. Y, como siempre se puede combinar lo útil con lo placentero, decidí llevar a cabo la expedición como una incursión.


4. La batalla de Panipat

Marché con quince mil hombres sobre Panipat, un pequeño pueblo situado en las llanuras al noreste de Delhi. Ibrahim, por su parte, movilizó un ejército de cien mil. Frente a mis hombres, me mostraba como un general aguerrido que no temblaba ni ante ese número sin par; pero dudaba, en secreto, si no me había excedido con mis ambiciones.


5. Los rajput

A muchos de los soldados que viajaban conmigo desde Kabul les decepcionaba que nuestra campaña no acabara con un tradicional saqueo timúrido. Su lealtad estaba mellada; al igual que el filo de una espada tras muchas batallas. Tuve que emplear toda mi elocuencia para convencerlos de que se quedaran: en un humilde acto de sacrificio, como ahora pedía a mis seguidores, derramé públicamente un lote de vino afgano, cuya llegada había estado esperando meses. Mis hombres lloraron conmovidos cuando anuncié que jamás volvería a beber vino, ya que sabían muy bien lo aficionado que era a tales placeres mundanos. Cuando le pedí a Alá su bendición, mis soldados levantaron las armas como gesto de asentimiento. Con su lealtad renovada, comencé a prepararme para la guerra.

Devapala
Siguiendo las enseñanzas del budismo mahāyāna, Devapala gobierna un imperio rico y próspero. Sin embargo, cada vez que aparecen peligrosos rivales, el emperador tiene problemas para conciliar la política con sus principios. ¿Acabará el fin justificando los medios o fracasará la búsqueda de Devapala de su propia iluminación y la de sus súbditos?

1. Insatisfacción

¡Oh, Gran Buda! Ayúdame a tener la mente ágil y la memoria clara mientras cuento esta historia. De combates y de contiendas, de furia y de fe, y de un hombre tan ilustre que no tiene igual en el mundo: Devapala, hijo de Dharmapala, el mejor gobernante de la dinastía Pala. De sus antepasados heredó la tierra fértil y las selvas frondosas de Bengala, un reino donde acechan los tigres, nadan los reptiles y las aguas sagradas del Ganges desembocan en el mar. Esta es la tierra del Mahāyāna, el camino sagrado de las enseñanzas budistas. Es un credo que nos guía hacia el nirvana, la iluminación que nos libera del ciclo eterno de nacer y renacer.

Dicen que la vida del monje es difícil, pero desconocen la del emperador. Los monjes solo nos preocupamos por el bienestar espiritual del pueblo. En cambio, un emperador se contamina con las preocupaciones materiales del reino hasta sumergirse en la insatisfacción. La insatisfacción es inherente a nuestra existencia material: esta... es la primera noble verdad. Devapala tenía aspiraciones altruistas. Quería convertirse en un bodhisattva; un ser iluminado que mantiene abiertas las puertas del nirvana para que entren los demás en lugar de cerrarlas tras él. Con este fin, trató de construir un imperio y ser un gobernador bondadoso que ayudaba a sus súbditos. Un objetivo noble, pero... difícil en los tiempos violentos en los que vivimos. Devapala necesitaba asegurar las fronteras de Bengala antes de ponerse a reconstruir su interior. Reunió a su ejército y envió a Jayapala, su primo y comandante, a exigir que los reinos vecinos de Kamarupa y Utkala se sometieran a él.


2. Deseo

«Una idea que se desarrolla y sobre la que se actúa es mejor que una idea que solo existe como idea», según Buda. Los triunfos de Devapala en Kamarupa y Utkala aumentaron su ambición. Primero, llevó a cabo su deseo de controlar la ciudad sagrada de Kannauj, un lugar que gobernantes e imperios llevaban codiciando siglos. Hacerse con el control de su templo central le permitiría erigirse como legítimo gobernador. El deseo es la causa de la insatisfacción, y es inseparable de ella: esta... es la segunda noble verdad. Pero Devapala no era el único con esta ambición. Otras dos grandes potencias, los pratiharas al oeste y los rashtrakutas al sur, rivales de los palas durante generaciones, también ansiaban dominar esta gloriosa ciudad. Los ejércitos enemigos tenían dos imponentes líderes. Mihira Bhoja, el joven rey de los pratihara, acababa de conquistar al reino vecino y conseguido unos caballos de una raza nueva, la más rápida de toda la India. Amoghavarsha, el orgullo de los rashtrakutas, rebosaba confianza tras aplastar unas rebeliones con un mortífero batallón de infantería y elefantes. Viejos amigos de la familia, como Utkala había dicho tan elocuentemente.


3. Renuncia

Aunque los pratiharas y los rashtrakutas fueran enemigos de la dinastía Devapala, los hunas representaban una amenaza todavía mayor.Al renunciar al deseo, pondremos fin a la causa de nuestra insatisfacción. Esta... es la tercera noble verdad. Devapala renunció a luchar contra sus rivales y marchó al norte junto a su ejército, derecho a la boca del lobo, para acabar con los hunas para siempre.


4. ¿Liberación?

«Lo que lleva a una persona por el mal camino no son sus amigos o enemigos, sino su propia mente», según Buda. Tal y como temía, nuestro emperador había cambiado. La semilla de la arrogancia, plantada tiempo atrás y alimentada por sus victorias, había empezado a dar fruto. En la mente de Devapala, el fin justificaba los medios, sin importar cuán terribles o abusivos, y con estas ideas emprendió una campaña hacia el sur, para subyugar a los pandyas, un pueblo orgulloso de antiguos aliados y socios comerciales, y llevarles las enseñanzas de Buda. Cuando me enteré, irrumpí en sus cámaras para rogarle que recapacitase. «Un gobernante virtuoso no se distingue por cometer agresiones innecesarias, y la conversión forzosa solo alimenta la oposición de un pueblo contra el credo», le dije. Le dije que esta guerra costaría miles de vidas y traería sufrimiento a innumerables más, pero las palabras que en su día lo guiaron por el sendero de la luz cayeron en oídos sordos. Cuanto más cerca estás de la cima de la montaña, más inestable se vuelve el terreno. Todo cuanto podía hacer era observar impotente cómo las tropas de un tirano devoraban a una nueva víctima.


5. Iluminación

Le dije a Devapala que tenía un reino que gobernar, gente que cuidar y territorios que proteger. Que el destino de un imperio descansaba sobre sus agotados y huesudos hombros. En los ojos hundidos del emperador brilló una chispa de esperanza que encendió la llama de la determinación. Empezó a manar una energía que procedía de cada parte de su ser, y entonces supe que el viejo Devapala por fin había regresado. Necesitaría esa determinación en los próximos meses. Enfurecidos por su ataque al sur y envalentonados por su incapacidad para conservar sus nuevas posesiones, los pratiharas y los rashtrakutas se abalanzaron sobre su presa.Devapala aún tenía que librar una última guerra.

Rajendra
El temor a una corrupción inevitable atormenta al ambicioso Rajendra Chola (1007-1025) mientras se enfrenta al duro clima político del sur de la India. ¿Podrá Rajendra escapar de la decadencia moral mientras expande el imperio que heredó de su padre? ¿O es su miedo a la corrupción el verdadero enemigo interior?

1. El sucesor

El camino hacia la grandeza arde por los lamentos de soldados moribundos y el llanto de sus mujeres. Aun así, los hombres que causan su sufrimiento no deben escuchar sus quejas. La dinastía Chola es como un elefante en medio del bosque: una bestia que avanza aplastando la maleza bajo sus patas mientras marcha a través de los matorrales. Como el elefante, debemos aprovechar cualquier oportunidad para hacernos más fuertes, aunque aplastemos a los que se interpongan en nuestro camino. Mi padre adora esta historia, pero dudo mucho que se la cuente a mi hijo cuando llegue el momento de enseñarle el camino del emperador. Nuestra familia lleva más de mil años gobernando parte de la región de Tamil. Otras dinastías se alzaron y cayeron en un abrir y cerrar de ojos; pero la grandeza siguió eludiéndonos. Todo cambió cuando mi padre llegó al poder. Tras ser coronado, tomó el nombre de Rajaraja: el rey de reyes, un nombre que resultó ser profético.

Conquistó a muchos de nuestros vecinos y convirtió el pequeño reino Chola en un poderoso imperio, un imperio que estoy destinado a heredar. Mi destino es ser un gobernante tan grande como él; tal vez uno aún mayor. A pesar de sus numerosos logros, veo una sombra en su mirada. Ha alcanzado la grandeza que ansiaba, pero, al hacerlo, se ha dejado corromper por la oscuridad. Él trata de inculcarme la misma oscuridad con fábulas de alcanzar la grandeza a través de la fuerza... pero creo que la grandeza y la corrupción van de la mano. La historia lo demuestra. Después de construir su enorme imperio, Ashoka, el gobernante más fuerte, dedicó su vida al servicio de su pueblo: construyó hospitales y cavó pozos. Durante su reinado prosperaron tanto ricos como pobres. ¿No es esa la verdadera grandeza: gobernar, pero con justicia? Mi padre se limita a negar con la cabeza, o se ríe de mí si está de buen humor. Aun así, me ha dado la oportunidad de demostrarle que está equivocado. Estamos en guerra con la dinastía chalukia, nuestros viejos rivales, y él me ha encargado invadir sus tierras. Libraré una guerra justa. Cuando regrese a Thanjavur, Rajaraja verá de lo que su hijo es capaz.


2. El legado del padre

Cuando el poderoso tigre cae, los carroñeros se dan un festín con su cadáver. El imperio se sume en el caos desde la muerte de mi padre. Al oeste, las dinastías Chera y Pandya afilan sus sables. En el norte, los chalukias hablan de venganza, a pesar de seguir recuperándose de la última guerra. Sin embargo, mi mayor preocupación es la isla de Sri Lanka. Mi padre invadió la isla hace décadas y obligó a su rey, Mahinda, a huir hacia el agreste sur. Ahora, Mahinda ha regresado para reclamar sus antiguos dominios. Sus rebeldes se han apoderado de todos los territorios excepto una aldea. Si perdemos Sri Lanka, los disidentes del imperio se alzarán en armas contra mí. No puedo permitir que eso ocurra. Debo terminar lo que empezó mi padre.


3. Estrella emergente

Nuestros enemigos se silenciaron tras subyugar Sri Lanka. Solo los Pandyas de Madurai siguen agitando el puño hacia nosotros; su orgullo les impide aceptar que su antiguo linaje ya no es más que un cachorro junto al tigre Chola. Tras estabilizar el imperio y con los chalukias debilitados, tengo una ocasión insólita de construir sobre los cimientos que dejó mi padre. No soy reacio a la guerra, y Sri Lanka me enseñó que ciertas atrocidades son hasta necesarias por el bien común; pero mi imperio no se basará en la violencia. La guerra es una herramienta más en el arsenal de un imperio. Usaremos las armas necesarias para expandir nuestra influencia tanto en tierra como en mar, y con la diplomacia siempre por delante. Hay un rumor en el lejano oriente: dicen que Suryavarman, el emperador de los jemeres, busca formar una alianza. Un pacto así supondría un gran paso hacia la conquista de esta región. ¡La estrella del Imperio Chola no ha hecho más que empezar a brillar!


4. Aguas sagradas

El otro día me acordé de una historia que casi había olvidado: la historia del dios Indra y su lucha contra la poderosa serpiente Vritrá. Vritrá había secuestrado todos los ríos del mundo y causado una sequía global. La única manera que tenía Indra de liberar las aguas era destruir las noventa y nueve fortalezas de Vritrá y matar a la propia bestia. Los sacerdotes me llamarían sacrílego, pero esta historia guarda un significado oculto para mí. Me enfrento a mi propia Vritrá, pues ese monstruo representa la gran mentira que he vivido hasta hoy. Las noventa y nueve fortalezas son las mentiras que siguen ocultas en mi alma: mi miedo irracional a la corrupción, mi rechazo hacia la violencia y esa preocupación injustificada por los inocentes. Cuando destruya estas fortalezas internas podré dar rienda suelta a mi grandeza y convertirme en un líder cuyo nombre perdure durante milenios. Y, para ello, tengo que ir más allá de nuestros enemigos típicos. Hacia el noreste se encuentra la tierra de Bengala. Allí, donde el sagrado Ganges conecta con el océano, conseguiré mi mayor triunfo hasta ahora. Marcharé sobre el imperio Pala, que gobierna Bengala. El general Araiyan ya ha partido a la cabeza de una gran vanguardia. Juntos reconduciremos el agua bendita del Ganges a las tierras Chola para que los dioses bendigan nuestro reino y, si de paso puedo derrocar a uno de los imperios más grandes del mundo conocido, mejor que mejor.


5. La muerte de Vritrá

El imperio de Srivijaya controla el estrecho de Malaca desde hace siglos. Al ser el centro de una ruta comercial importante, se han hecho más ricos y poderosos de lo que cabe imaginar, y ahora alargan sus tentáculos hacia mis dominios. Obligan a los comerciantes a atracar en sus puertos cuando pasan por sus aguas. Ahora los barcos comerciales ignoran nuestros puertos, y Sangrama, el emperador de Srivijaya, se apodera de las riquezas que nos pertenecían. He estado demasiado ocupado como para desafiarlo, pero no puedo permitir que prevalezca este nuevo status quo. He decidido invadir Srivijaya. Será un despliegue militar a una escala nunca vista hasta ahora: mil barcos y un millón de hombres cruzarán el océano para dar muerte a este imperio de recaudadores. Me he enfrentado a más imperios en el pasado, pero ninguno de ellos es como Srivijaya. Su flota naval domina los mares orientales y sus fortalezas las custodian ejércitos invictos. Por primera vez en años, no sé si voy a superar a mi oponente; pero, si quiero asegurar mi legado, debo atacar con saña, sin darles tiempo para prepararse. Esta guerra será mi perdición o me impulsará a la grandeza con la que he soñado. Es una apuesta necesaria, porque quien quiere conseguir la gloria debe arriesgarlo todo. Partiré a acabar con mi Vritrá.

41 Comments
Colendo Jul 21, 2023 @ 5:13am 
Gracias
NoPlaceToHide May 8, 2023 @ 6:28am 
Que onda la campaña poronga de Gayamada, esta bugueada la mision 5? ni bien agarras la primera aldea ya te empieza el contador de 30 minutos para matar a los guardias. Y ni bien agarras la aldea tambien te da la aldea militar y es ahi cuando empieza a contar me parece. Cada video que veo el contador no empieza al toque, porque a mi si? >:( :treb::treb:
SeeRedBull Jul 15, 2022 @ 8:32am 
Yo la única duda que tengo es cómo se hace para que no salgan enemigos una vez matas los de dentro de los campamentos, por ejemplo en la de Francisco de Almeida... Tu acabas el 2º con 47 unidades y yo salgo con 15 y gracias
jorgemuve  [author] Jun 6, 2022 @ 12:48pm 
Terminadas las tres campañas de la última expansión, Dinastías de La Indía .
jorgemuve  [author] May 23, 2022 @ 8:49am 
Completadas todas las campañas de la expansión «El amanecer de los duques».
jorgemuve  [author] Apr 18, 2022 @ 12:13pm 
Terminada la campaña de Jan Zizka.
jorgemuve  [author] Apr 15, 2022 @ 10:16am 
Sí, estoy en ello, pero por trabajo no voy tan rápido como quisiera. Ahora mismo estoy subiendo el tercero de Jan Zizka.

Saludos.
milinagi Apr 2, 2022 @ 4:40am 
¿No seguiste con el último DLC?
Toallín Nov 1, 2021 @ 2:13am 
sos un genio, voy a jugarlo en este orden <3
brahian.verac Sep 29, 2021 @ 9:42am 
¿En que dificultad están las campañas?