Install Steam
login
|
language
简体中文 (Simplified Chinese)
繁體中文 (Traditional Chinese)
日本語 (Japanese)
한국어 (Korean)
ไทย (Thai)
Български (Bulgarian)
Čeština (Czech)
Dansk (Danish)
Deutsch (German)
Español - España (Spanish - Spain)
Español - Latinoamérica (Spanish - Latin America)
Ελληνικά (Greek)
Français (French)
Italiano (Italian)
Bahasa Indonesia (Indonesian)
Magyar (Hungarian)
Nederlands (Dutch)
Norsk (Norwegian)
Polski (Polish)
Português (Portuguese - Portugal)
Português - Brasil (Portuguese - Brazil)
Română (Romanian)
Русский (Russian)
Suomi (Finnish)
Svenska (Swedish)
Türkçe (Turkish)
Tiếng Việt (Vietnamese)
Українська (Ukrainian)
Report a translation problem
El hombre que le había prometido a su padre ganar una copa del mundo contra Brasil...Los ojos de todo un planeta estaban encima de él...Era la última esperanza de Italia...Dio dos pasos hacia atrás...Resoplo y acabo mandando el balón por las nubes.
El silencio invadió todas las casas de Italia, sobre el campo, Roberto Baggio, Como si aquel prodigio tuviera perdido su alma. Nunca antes se había visto una imagen tan desoladora en el campo de fútbol.
En sus ojos podía verse la tristeza infinita, la representación de un sueño frustrado, la promesa rota de un niño que algún día… Le juró a su padre algo que nunca le pudo dar, Nada ni nadie pudieron consolarlo durante más de 5 años.
Llegó incluso a tener pesadillas con aquel penalti durante mucho tiempo, y es que tras aquel partido en Italia, Comenzó a popularizarse una frase que dice…
“Sócrates murió envenenado pero Baggio… Murió de pie”.